Desde los inicios de la civilización, el ser humano aprendió a tener relaciones comerciales en función del trueque con los productos excedentes de sus cosechas o del pastoreo, hasta nuestros tiempos donde la ebullición del comercio mundial hace de sus ganancias al trasegar productos industrializados. Esa es la escuela que hemos recibido precisamente los hondureños, aprender a comerciar, a mercar, a transar y todo lo que ello implica. A inicios y mediados del siglo XX llegaron a nuestras latitudes los miembros de familias árabes que se afincaron en la costa norte por el lado de Potrerillos y ellos fueron y seguirán siendo un ejemplo de pujanza, tenacidad y amor al trabajo y nos dejaron esa escuela y muchos compatriotas saben que al comprar y revender muchos productos es una manera de hacer empresa.
Eso hemos aprendido hoy por hoy, muchos de los centros comerciales sus dueños son personas originarias de nuestra tierra, mestizos y la colonia de ascendencia árabe (y de otros países) y se ofrece al público una enorme diversidad de productos. La inversión se volvió notoria con el vuelco hacia el comercio. Es decir que el comercio es el rubro que más ha predominado en Honduras y es comprensible ya que la idea del empresario es aminorar los costos y aumentar las ganancias tal como nos permite nuestro sistema de vida y sistema de gobierno, donde debe primar la libre empresa y estricto respeto a la propiedad privada, sea física o intelectual.
Luego, afortunadamente ha aparecido una solución en función de la formación de la mano de obra hondureña con el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP), de donde ha egresado el más exquisito personal para la empresa privada, con formación académica especializada en diversos ramos, como mecánica industrial y automotriz. Dado el crecimiento del país en los temas de la industrialización y la empresa privada demandando personal de primer nivel se tiene la opción del Centro Técnico Hondureño-Alemán (CTHA), dándole a la juventud la más variada oferta en la expansión del manejo de maquinaria como torno, fresa, soldadura y afines. De ahí el surgimiento de muchos talleres en estos rubros a lo largo y ancho de la costa norte en especial en los lugares donde se requiera de la tercerización de esos servicios.
En nuestros tiempos lo que se observa con bastante asombro es la deliciosa oferta gastronómica al abrirse por todos lados restaurantes y cafeterías por todos lados con productos realmente deliciosos, lo cual atrae al turista y acrecienta la calidad de vida del hondureño al generar muchos empleos, de allí que se debe tener mucho tino y sabiduría para apoyar al rubro del turismo y más en esta actividad. Lo que sí debe el Estado es propiciar la parte que hace falta y aunque los “comodities” (y las remesas) son los que sostienen a nuestra economía, pero ya es hora de que todos, como pueblo, comencemos a pensar en grande y buscar la manera de convertir a Honduras en un centro industrial regional y hasta mundial, ya que esto permite tener mucho valor agregado en nuestros productos y que no se vayan a manos de intermediarios sino al sistema logístico mundial con mucha avidez. Tenemos todo, solo falta visión y políticas sanas de Estado.