28.2 C
Honduras
jueves, julio 17, 2025

Rescatarnos

Cuando nacemos traemos con nosotros una buena dosis de genética incorporada, rasgos que heredamos de nuestra familia.

Estos rasgos nos van diciendo quienes somos, lo que nos apasiona, lo que nos disgusta y también lo que podemos hacer, nuestras habilidades.

A medida que crecemos, nuestro ambiente se nos une, interfiriendo ya sea de manera positiva o negativa con nuestros genes.

Una serie de mandatos recibidos por los adultos a cargo de nuestro cuidado van modificando de a poco lo que nos gusta, nos disgusta, nuestros talentos y si nos descuidamos, hasta eso que en realidad somos.

Al llegar la etapa escolar nos encontramos con nuestros maestros que de igual manera tienen una influencia especial en nosotros, luego los amigos también.

Cuando llegamos a la adolescencia comienzan los episodios de confusión, porque no estamos seguros de quienes somos en realidad ni tampoco cuál es el camino que queremos andar.

Al encontrarnos en la etapa adulta nos hemos enfrascado en tantos y tantos deberes, obligaciones y ocupaciones que no solo ya no nos preocupamos por quienes somos, sino que hasta podemos llegar a olvidarlo.

Si ya hemos leído aquel popular libro, El Caballero de la Armadura Oxidada del talentosísimo Robert Fisher, seguro recordamos la enseñanza que intenta transmitirnos su autor.

Se trata de un caballero que se ha tomado tan en serio el papel de héroe, de ser exitoso, de salvador de los demás, que termina perdiéndose a sí mismo.

Alguien muy cercano a él se lo hace saber asegurándole que, si no hace algo al respecto, perderá también a los que quiere y a los que en verdad lo quieren.

Esto provoca en el protagonista de la historia una especie de despertar que lo anima a hacer cambios, solo para darse cuenta de que a causa de que ha llegado demasiado lejos, no puede cambiar.

Decide entonces buscar ayuda, primero en lugares equivocados hasta que opta por internarse en el bosque donde poco a poco y por causa de diversas circunstancias va comprendiendo el verdadero sentido de todo.

En la vida pasan cosas similares, al llegar a cierta edad, cuando ya se ha terminado el papel de cuidadores, nuestro entorno y hasta nuestro organismo comienzan a cambiar de manera que parecen decirnos; “es hora de ver por ti y hacerte cargo de ti mismo”.

Si prestamos atención, dejaremos de lamentarnos por los roles perdidos y comenzaremos a emplear nuestras energías en recuperar nuestra esencia.

Podríamos hacer esas cosas que nunca habíamos tenido tiempo de hacer, internarnos en el fondo de nosotros mismos y si tenemos suerte, encontrarnos.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: