Próximo a cumplir 91 años (19 de agosto), con una trayectoria impresionante y con el firme deseo de seguir ampliando su legado artístico, así encontramos al maestro teatrista Rafael Murillo Selva, con quien tuvimos una charla amena y entre su característico humor y su palabra directa y crítica, conversamos de todo un poco.
La primera pregunta fue, ¿Cuándo se inició en el teatro?, a lo que el maestro respondió: “Somos teatristas desde que nacemos, como todos los seres humanos, el teatro hace parte de nuestra esencia, solo que unos lo esconden y otros lo desarrollan. Únicamente tenemos que ver a los niños y niñas jugando a ser policías, enfermeras, eso es teatro y es mejor que el que hacemos los viejos, porque ellos están jugando y el teatro es un juego”, apuntó.
Y es que, además de ser uno de los máximos exponentes del teatro, don Rafael también es académico con un doctorado en Derecho y Ciencias Sociales, obtenido en Colombia, así como un doctorado en Historia Económica en Francia, pero fue el teatro el que lo conquistó.
“Cuando regresé a Honduras, después de estar viviendo muchos años en el exterior, era más importante para el país hacer teatro que andar en los juzgados, además que me gusta mucho, pero básicamente fue por esa razón que empecé a hacer teatro de una manera total”, indicó.
Señaló que sus primeras obras atrajeron al público popular en 1972, época en la que se fundó el grupo “Teatro Experimental Universitario La Merced” (TEUM) haciendo historia porque abrió las puertas a la sociedad en general, al pueblo, con obras bien hechas que fueron premiadas en México y Guatemala, entre éstas “Sebastián sale de compras”, que posteriormente la montaría en California, invitado por un grupo profesional.
En esa obra se diseña el hombre asediado por la mercancía hasta la muerte, por el crédito, es un artesano que se llama Sebastián, a quien le dan préstamos y se desata, incluso hasta le venden un matrimonio.
“Se hacía en una especie de farsa, pero es lo que estamos viendo ahora, el autor de esa obra es el dramaturgo guatemalteco Manuel José Arce, fue escrita en los años 60, adelantándose más de medio siglo a su tiempo. Esa fue la primera obra en creación colectiva y fue muy exitosa, el primer lleno popular”, comentó.
Recuerda que visitaron México con grandes éxitos, Guatemala y todo el país, con una manera diferente de asumir el teatro, vinculándolo a los sectores mayoritarios de la población.
CREACIÓN DE LA MERCED
Incluso la sala del teatro la construyó el grupo mismo en el edificio La Merced que estaba abandonado, el cual tomaron y crearon el centro artístico llamado con el mismo nombre, de donde surgieron, además, grandes pintores, el Ballet Garífuna de Crisanto, poniendo en alto el nombre del país en el exterior, tuvieron un espacio los literatos y poetas.
“La Universidad Autónoma de Honduras no gastó nada, a través de amistades logramos levantar ese centro, en ese entonces era alcalde de Tegucigalpa el ingeniero Fredy Alvarado, que había sido mi compañero en el Instituto San Miguel y fue con el aporte económico que dio la alcaldía y nuestro trabajo que lo logramos, donde nació lo que se conoce como la generación de La Merced, luego la misma universidad, por tonterías dogmáticas, nos quitó lo que nosotros habíamos construido y ese movimiento extraordinario finalizó en 1978, querían convertir la escena en una arma política y no lo permití, en ese entonces la universidad estaba gobernada por grupos de izquierda, tuve roces con el vicerrector, nos quitaron la sala, pero son los gajes de vivir en un país como el nuestro”, refirió.
Luego decepcionado se va del país para Francia, donde había vivido y nació su hija y contaba con espacios para ser parte de grupos profesionales, incluso dirigió una obra exitosa y después decidió regresar a Honduras con la clara idea de que esta sería la tierra de su combate.
“Regresé cambiando un poco mi manera de ser que era muy directa y denunciante y comprendí que tenía que hacerlo porque si no tendría de enemigo a todo el mundo sobre todo en Tegucigalpa, una ciudad tan falsa por necesidad, por la burocracia que contamina todo. Empecé otro proceso, me invitaron a Colombia donde dirigí una obra gigantesca que se llama “Bolívar descalzo”, y luego en Guatemala con los indígenas de San Bartolomé de Milpas Altas, después vino “Loubavagu o el otro lado lejano” que adquirió una dimensión internacional”, añadió.
“LOUBAVAGU O EL OTRO LADO LEJANO” LA CUMBRE DE SU ÉXITO
Realizada en la aldea Guadalupe, del departamento de Colón, esta obra ha tenido una repercusión internacional muy fuerte, se han escrito varias tesis de doctorado en Europa, se enseña en la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de Costa Rica, se tradujo al italiano e inglés, se publicó en italiano, ha sido objeto de investigación en la academia estadounidense y estuvo 35 años presentándose, es un caso excepcional en América Latina y en el mundo, que incluso terminaron actuando hasta los nietos y nietas de quienes habían sido los actores y actrices originales.
La obra fue hecha en el tiempo que dicha aldea carecía de carreteras, energía eléctrica y agua potable.
“Me fui a vivir más de un año a Guadalupe, hasta me dio paludismo y un derrame cerebral. Fue toda una hazaña, pero feliz porque aprendí mucho con los garífunas, ya que, basados en su rica cultura y en códigos escénicos, se construyó esta obra que cuenta la historia de esa maravillosa cultura y es a partir de allí que se divulga el baile punta en el país, convirtiéndose en danza nacional”, expresó.
La obra tuvo un gran impacto y dio pie para estudiar la lengua garífuna y otras etnias. Se formó el grupo teatral comunitario “Superación Garífuna”, diferente al teatro del mundo, ya que la comunidad se adueñó del espectáculo.
“De todo ese grupo soy el único que no ha muerto porque soy mala hierba, hicimos esa obra en 1979, el inicio fue difícil, tuvimos que crear el mercado y hacer sacrificios, como quedarnos en dormitorios públicos o en pensiones baratas alrededor del mercado Los Dolores, pero poco a poco la obra fue metiéndose hasta que constituyó un éxito enorme y al final los empresarios, banqueros y ministros vieron que era importante, compraban funciones y repartían los boletos entre sus empleados, así como lo hizo Francisco Saybe, con quien fui compañero y respeté mucho, luego dormíamos en hoteles cinco estrellas pagados por los países que nos invitaban”, anotó.
Se presentaron en festivales de varias partes del mundo, asimismo la obra logró ser vista en Honduras incluyendo su proyección por Canal 7, llegando a casi a un millón de personas, siendo un fenómeno en todo el continente.
“Es un hito en la historia del teatro latinoamericano, porque fue la primera vez que un pueblo con actores que no eran profesionales, algunos de ellos analfabetas, lograron demostrar que la teatralidad está en todos los sectores humanos y lo único que hay que hacer es sacar ese mundo y darle forma artística y así como con los garífunas, indígenas con quienes trabajé, lo hice también en Sri Lanka, Guatemala y en Colombia”.
Agregó que el trabajo de Loubavagu fue la búsqueda de formas artísticas nuevas, porque a su juicio las formas del teatro tradicional en el mundo occidental estaban y continúan estando en decadencia.
“Los sectores populares de cualquier país tienen un mundo teatral adentro, un mundo escénico que hay que sacarlo a la luz porque es riquísimo en forma, sonido, imágenes, en el movimiento de los cuerpos, que es el objetivo fundamental de esta obra. Lo más importante para mí es haber descubierto formas artísticas que vinieron a nutrir las tradicionales del teatro de la cultura occidental”, anotó.
Huellas imborrables
Cabe señalar que de los grupos que formó siguen activos, el Superación de Guadalupe, Colón, así como uno en Triunfo de la Cruz que fue formado hace unos 25 años con una obra que quiere volver a montar, porque es una ceremonia religiosa muy importante de la comunidad garífuna con influencia cristiana, una especie de musical donde se cuenta la historia de una ceremonia que la gente hace a los espíritus, ofreciéndoles un banquete.
Asimismo, expresó que ha colaborado con otros grupos ya formados como Bambú, en dirección escénica y recientemente participó en la Temporada de Expresión Artística de Teatro La Fragua en El Progreso, con un conversatorio y la proyección del corto documental “Murillo”, el cual retrata su carrera y contribuciones al teatro hondureño. Considerando a La Fragua como uno de los grupos teatrales más importantes del país.
ACTUALIDAD DEL TEATRO
Señaló que considera que el teatro y arte en sí, está creciendo en Honduras, porque hay más personas interesadas.
“Tenemos grupos de teatro en San Pedro Sula, en El Progreso, en Tegucigalpa, en Cantarranas, en Santa Bárbara, es una paradoja, porque mientras el teatro está muriendo en Europa, en nuestro país está más activo”, apuntó.
Bajo este contexto, explicó que recomienda buscar formas de teatralización en las comunidades porque el teatro tradicional está en crisis en el mundo occidental, en Francia, Alemania e Inglaterra están cerrando los teatros.
“Sin embargo, creo que un teatro vinculado a la vida y con codificaciones nuevas, que se pueden encontrar en sectores populares, en los barrios, en las tradiciones de nuestros pueblos, como la danza de los moros y cristianos en Comayagua, la teatralización que se hace de la vida de Lempira, en Gracias, es extraordinario y se puede mejorar, me parece que el mundo teatral nuestro, el de América Latina debería buscar estas manifestaciones que conservan los sectores populares e incorporarlos a la codificación escénica para que ese arte que está casi agonizando en Europa, reviva”, apuntó.
Manifestó que las cifras son contundentes, en Europa, actores y actrices profesionales que han estudiado cinco años de universidad no encuentran trabajo y en nuestro medio que nunca ha habido una tradición teatral, sino que apenas se está formando, sería bueno buscar codificaciones nuevas que revivan el discurso escénico con buen aliento, mediando la técnica adecuada sobre todo el movimiento del cuerpo que es lo esencial, antes que la palabra que es un auxiliar.
CON GANAS DE VOLVER A DIRIGIR
“Me topé con Medardo Mejía, un intelectual olanchano, hombre de mente progresista nacido cerca de Manto, donde surgió una revuelta popular contra el expresidente de Honduras, José María Medina, que, para variar, era un dictador.
Medardo Mejía, que fue un buen prosista y gran periodista, escribió tres obras en un solo libro que se llama ‘Los Diezmos de Olancho’, estás obras son ‘Chinchoneros’, ‘Medinón y La Ahorcancina’, las cuales considero que deben ser estudiadas en la escuela de teatro”.
Expresó que si se leen con la óptica europea que se asume lo que es dramaturgia, son obras carentes de la estructura tradicional, pero al volver al leer, Medardo hizo un trabajo enorme, al verla con mirada descolonizada, es una estructura teatral que amerita se estudie.
“Es un tipo de teatro que intenté hacer a nivel de pueblo y estoy descubriendo cómo un hombre de origen campesino se cultivó de tal manera y adquirió un compromiso con el país indeclinable y dentro de esa posición revolucionaria escribió cuentos, un periodista muy prestigioso. En esas obras se habla sobre la historia de Honduras en el periodo de José María Medina que mandó a ahorcar a 600 personas de Olancho, estoy estudiándola y creo que es una propuesta dramatúrgica que hasta me están dando ganas de volver a dirigir un espectáculo en base a esta estructura dramática”, recalcó.
Para culminar, manifestó que Óscar Falchetti, un intelectual uruguayo que vivió en Honduras, hizo un análisis de la obra de Medardo Mejía que le parece bastante sustancial. “Es dramaturgia hondureña la que hay que empezar a escarbar más y mejorar sus códigos”, puntualizó.
Dato
Rafael Murillo Selva, dramaturgo, actor y director teatral hondureño, ganador de numerosos premios entre ellos Premio de Estudios Históricos Rey Juan Carlos I, por la Embajada de España; el premio “Casa del Caribe”; Premio Nacional de Arte, Honduras, 1990. Y el Segundo Premio del Concurso Internacional de Obra Dramática (a Loubavagu), otorgado por la Universidad de Veracruz y Revista Tramoya, México D.F. 1992.
Actualmente, Rafael Murillo Selva escribe un libro de teoría teatral, asimismo una editorial colombiana le solicitó su autobiografía, la cual no ha terminado, porque no quiere hacerlo a la ligera. “Estoy en esa batalla, tratando de aprender a escribir prosa, porque es un enorme trabajo el que hacen lo escritores”, expresó.