27.3 C
Honduras
jueves, julio 10, 2025

“Atrévanse a soñar”: Danilo Hernández, el joven del campo que brilló en la Universidad de Salamanca

Cada mañana, antes del amanecer, un niño salía de su casa en las montañas de Intibucá con una mochila al hombro y esperanza en el corazón. Caminaba tres horas por veredas empinadas y oscuras para llegar a la escuela.

Ese niño se llama Danilo Hernández, y hoy, con 32 años, sostiene entre sus manos un título de máster en Comunicación Audiovisual de la Universidad de Salamanca, una de las más antiguas y prestigiosas de Europa.

El camino de Danilo no ha sido fácil. Nació en una familia humilde y desde los seis años ayudaba a sus padres ordeñando vacas y cuidando el ganado.

“Recuerdo estar a un lado de la ubre con mi mamá del otro lado. También corría entre matorrales detrás de las vacas”, contó al equipo periodístico de ElPaís.hn

Años más tarde, durante el bachillerato, se levantaba a las 4 de la madrugada para estar a tiempo en la escuela del pueblo. “Salía antes de las cinco, porque el trayecto era cuesta arriba. Llegaba a eso de las seis y media”.

A pesar del cansancio, la lluvia o el hambre, nunca se rindió. “Desde los cinco años le dije a mi mamá que quería estudiar. Y aunque la primera semana no quería seguir, ellos me dijeron: ‘Usted quiso entrar, ahora termina’”.

Esa frase, simple pero firme, marcó su destino. “Yo detesto la pobreza. Sabía que no quería una vida como la mayoría de gente del campo. Quería salir adelante”.

Con esfuerzo y mucho sacrificio, se convirtió en pedagogo, obtuvo un posgrado en Recursos Humanos y trabajó para sostenerse y apoyar a su familia.

Pero su hambre de conocimiento no se detuvo allí. Se postuló para una beca de maestría en España y fue uno de los 30 seleccionados entre decenas de aspirantes de toda Latinoamérica.

Cruzar el océano fue otro salto al vacío, pero lo hizo con valentía. “La separación de mi familia ha sido lo más difícil. Ver llorar a mis sobrinos, alejarme de los míos… aún me conmueve. Pero ese dolor fue también el impulso para seguir”.

En Salamanca compartió clases con jóvenes de todo el mundo, enfrentó exigencias académicas intensas y vivió la soledad del migrante. Pero nunca estuvo del todo solo.

“Mi familia ha sido mi mayor pilar. Sin ellos esto no habría sido posible. Me apoyaron emocional y económicamente, y siempre creyeron en mí”, comentó a ElPaís.hn

El día que recibió su título, la emoción lo desbordó. “Fue un momento clave. No solo pensaba en mí, pensaba en mi tierra, en mi gente. Les dediqué ese logro a ellos”. Y aunque ya terminó sus estudios, no piensa quedarse fuera de su país. “Quiero regresar a Honduras. Deseo trabajar en medios de comunicación y apoyar a otros jóvenes, especialmente a aquellos que, como yo, vienen del campo y sueñan con superarse”, aseveró.

Hoy, Danilo quiere ser el reflejo de una verdad que muchas veces se olvida: que el talento no tiene dirección, pero sí destino.

“A los niños de las zonas rurales les digo: atrévanse a soñar. Aun con el estómago vacío, con carencias, hay en ustedes valores inmensos. No se rindan. Cada paso que den, por difícil que parezca, puede llevarlos muy lejos”.

Desde las montañas de Intibucá hasta las aulas centenarias de Salamanca, Danilo Hernández es prueba viva de que los sueños, cuando se cultivan con amor, disciplina y fe, sí se cumplen.

Lea también: “No hay que ser millonario para hacer un cambio”: Ramiro Ocasio, el hondureño que construye escuelas

Más Noticias de El País