Redacción. Donde muchos ven carencias, él vio potencial. Donde otros se detienen, él construye caminos. Así es Ramiro Ocasio, un hondureño que ha hecho de la educación su cruzada personal para cambiar realidades.
A través de la organización Foundation For Education in Honduras (FEIH), que cofundó y preside, Ramiro ha llevado esperanza, aulas y futuro a comunidades olvidadas, demostrando que un sueño, cuando se comparte con amor y propósito, puede convertirse en una revolución silenciosa que transforma vidas.
Todo empezó en 2008, cuando Ramiro, en una tradición muy personal, viajaba desde su natal El Progreso a comunidades rurales para llevar comida, agua, medicamentos y juguetes durante la temporada navideña.
Aquel acto sencillo, pero profundamente humano, lo conmovió al punto de compartirlo con su amigo y colega Jon Henes, quien sin dudarlo le extendió un cheque con un mensaje claro: “úsalo para lo que tu gente necesite”.
Ese fue el primer ladrillo. En 2012, Ramiro dio un paso más allá. Comprendió que la verdadera transformación social no llegaría solo con ayuda momentánea, sino a través de la educación. Así fue como en la comunidad de Finca Cuatro, tomó la decisión de construir su primera escuela.
“Fue un desafío enorme. No sabíamos cuánto se tardaba, cuánto costaba o qué obstáculos habría. Pero aprendimos. Y cada escuela nos ha enseñado a hacerlo mejor”, recordó en entrevista con ElPaisHN.
Desde entonces, FEIH ha construido 25 escuelas completas, con más de seis aulas cada una, en 16 de los 18 departamentos del país.
La escuela número 26 ya está en camino, esta vez en Las Minas, Progreso, Yoro. ¿El sueño? Tan ambicioso como inspirador: “construir una escuela por cada municipio de Honduras”.
Impacto en las comunidades
Pero lo más poderoso de esta historia no es solo el número de estructuras levantadas, sino el impacto que han tenido en las comunidades.
“Después de construir una escuela, la matrícula aumenta, la comunidad se siente más valorada, incluso sube la plusvalía. Llegan más servicios. Cambia todo”, expresó Ramiro a ElPaisHn con emoción.
Además, la comunidad no es espectadora; se convierte en protagonista del cambio, colaborando con hospedaje y alimentación para los obreros, y manteniendo el vínculo con la organización incluso después de finalizada la obra.
Aunque todavía no cuentan con un programa de becas, FEIH ofrece capacitaciones gratuitas a docentes, reconociendo que el aprendizaje de calidad no solo depende de una buena infraestructura, sino también de maestros capacitados y comprometidos.
La semilla que un día sembró Ramiro con un plato de comida, ha germinado en un bosque de oportunidades para cientos de niños y niñas que ahora caminan hacia un futuro con más esperanza.
Su mensaje a los jóvenes y líderes sociales es tan simple como poderoso:“No hay que ser famoso, millonario, ni el más inteligente para hacer un cambio. Solo hay que tener el corazón dispuesto, trabajar con integridad y rodearse de personas que sumen. Den, no lo que les sobra, sino lo que tienen. Y sobre todo, pongan sus proyectos en las manos de Dios.”
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En un país que lucha por avanzar, Ramiro Ocasio representa compromiso, humildad, visión y amor genuino por su gente.
Su historia es un recordatorio de que una sola persona, con fe, voluntad y comunidad, puede cambiar el rumbo de todo un país, una escuela a la vez.