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sábado, mayo 18, 2024

Poniendo el pecho

Si supiera, me dijo ella, con su mirada arrastrada, como si todo lo que ha visto le pesara en el alma. Vengo saliendo de turno, me confirmó, hoy me tocó en la emergencia, ¿sabe?, ese mundo aterrador para algunos, mezcla de llanto, angustia y muerte, el olor a desinfectante y la sangre que corre. Ese es mi punto de trabajo, he visto de todo, he oído de todo y me han dicho de todo, pero, a pesar de todo, sigo llegando a mis turnos, puntual como cualquiera. Aun en estos tiempos hay cosas que me sorprenden, que me tocan el alma, que me mojan los ojos, aun en estos tiempos ¿se imagina? Nomás anoche, me dijo, como recordando de hace años, llegaron dos policías, de los que vemos a diario, de los de azul, pues, uno ya finado, pero el otro aun resistiéndose a partir, los pobres se enfrentaron no sé a qué banda y les tocó la peor parte, eso a mí me parte el alma, ellos solo hacen su trabajo, tal vez ganándose un salario de hambre para paliar el hambre propia y de sus hijos, tal vez el peso de una tortilla en el plato o la sonrisa del cipote al comerla vale más que la vida. Porque créame que se la rifan, se la juegan casi a diario, allí los vemos que salen en pailas como ganado los pobres, bajo el agua y el sol, a jugarse el destino, sabe El Altísimo con qué monstruo se van a topar, sabe Dios qué madre, esposa o hija, hoy en la tarde, llorará una pérdida. Pero lo peor, compa, es que a los pobres nadie los quiere, los vemos de menos, algunos hasta con odio, los vemos con cautela y sin respeto, porque más de alguno dio el mal paso, porque más de alguno salió en el amarillismo que vende, pero no todos fíjese, muchos son hombres sencillos, hombres humildes y decentes como usted o como cualquiera. Pero, aun así, sabiendo que no los quieren, aun así, van a cumplir con Dios, la familia y la patria. Si caen, caen en silencio, hacen el mayor de los sacrificios, por la tierra que los parió, por la familia que los crio y por el pueblo que los formo y ni cuenta nos damos ¿sabe? Por eso se me parte el alma, hoy en esa camilla, yacía un hombre como usted, con alguien que le importaba como usted y aun así los vemos con mirada recelosa, con la duda de la corrupción que nos revolotea en la mente, somos ingratos de verdad ¿sabe? Hoy les tocó a ellos dos, su uniforme azul claro, manchado por flores rojas de muerte que prosperaban en cada minuto de la agonía, otro día más de trabajo para todos, tanto el malandro que crece impune, como el de azul que sale a impedirlo, y para mí que los recibo para tratar de arrebatárselos al Señor Ah Puch, como decía mi finada abuela, esa es mi historia hoy compa, por eso me ve así, con las vivencias que pesan y me enturbian la vista, pensando que la vida sigue, el mundo gira y alguien no llegará a su casa a cenar.

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