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viernes, marzo 29, 2024

Monseñor Álvarez en Nicaragua y el disimulo latinoamericano

Debemos ser enfáticos al manifestar que el obispo nicaragüense Rolando Álvarez no está solo, debe saber que cuenta con la oración, solidaridad y voces que se elevan en favor de la paz, la democracia y la decencia en todos los rincones del mundo. El obispo de Matagalpa fue sentenciado a 26 años de prisión tras negarse a ser deportado a Estados Unidos. Una condena que llega poco después de que más de 200 prisioneros nicaragüenses llegaran a dicho país norteamericano después de ser desterrados, siendo esto último lo más extremo en cuanto al despojo de su dignidad ya que al no poseer un documento que lo identifique, simplemente él es “nadie”, ante la ley de su país y ante el mundo entero.

Es allí donde uno se pregunta acerca de la alharaca de los organismos de derechos humanos que, si bien algunas declaraciones hacen, indudablemente que esas son solo palabras que no tienen ninguna fuerza de convencimiento ante un régimen que se afincó peor que su predecesora dictadura en el hermano país de Nicaragua y que a los hondureños nos atañe mucho debido a la historia e intereses comunes aparte de la hermandad de los pueblos. El obispo Álvarez debe ser atendido por lo que representa y es precisamente la moral de todo un pueblo, un pueblo trabajador que es digno de mejor suerte y que pueda algún día saltará esas honduras históricas para pasar a las cumbres de la prosperidad.

No podemos estar tranquilos, al pensar en los maltratos que ha de estar sufriendo el ya nuevo mártir centroamericano, la clase de “alimentos” que le dan, la clase de “cama” en que duerme y acaso sueña con la libertad no solo propia sino la de su mismo pueblo y de todos los pueblos del mundo. Junto a él están seguramente muchos más presos políticos, presos de conciencia solo por pensar diferente a los criterios historicidas del dúo Ortega-Murillo.

Los países de Centroamérica ya no podemos seguir disimulando, viendo hacia otro lado mientras todo un pueblo se desangra, el golpeado en su moral con semejantes tropelías que suceden –y no por casualidad- en regímenes autollamados “socialistas” como el caso de Cuba y Venezuela. Los latinoamericanos ya estamos cansados de tanto populismo y de tantas babosadas que se prometen tanto de izquierda y de derecha, quienes no tienen la culpa ni es malo serlo, sino el detalle es en ser torcido de intención y de acción.

¿Dónde está la Organización de Estados Americanos?, ¿dónde está el Foro de Sao Paulo que proclama “libertad, justicia y paz” según ellos mismos dicen ?, ¿dónde está la Organización de las Naciones Unidas?, ¿y los organismos de derechos humanos?, ¿dónde estamos todos ante el dolor de nuestros hermanos nicaragüenses?

Ante estas cuestiones, a los hondureños nos atañe muchísimo la realidad nicaragüense ya que, en primer lugar, somos pueblos hermanos, luego debemos determinar las intenciones de los simpatizantes del socialismo cuyo plan es precisamente ese al llegar al poder por la vía de la democracia habiendo renunciado a las balas ya hace décadas ya que no les fue bien como negocio, ahora los dividendos los generan al alienar a los pueblos, al destruir sus valores, su moral y sus tradiciones y sobre todo a tratar de destruir la fe en Dios.

Monseñor Álvarez, dé por seguro que el pueblo de Honduras está con usted con la esperanza de algún día compartir alguna alegría, su libertad y la del pueblo de Nicaragua.

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