EN lo espiritual estábamos cuando a Winston y al Sisimite les informan que, sin mediar justificación alguna, ya que ni en una tan sola palabra de esta columna de opinión se ha mencionado a nadie, aparte de generalizaciones versificadas, alusivas a “políticos necios” de mentalidades herrumbradas, que siguen igual, como si nada hubiese cambiado, pensando, con garrapatosos resabios, que pueden seguir haciéndole daño al país como obraban en el vergonzoso pasado que tantas lágrimas ocasionó al sufrido pueblo y a la nación; decíamos que, les avisan que los estaban agarrando –en una aventadera de las primeras piedras– de encargo en un coloquio matutino. Así que estos, como no son piñata de nadie para dejarse masacrar, ni cortos ni perezosos, tuvieron que divagarse, papel y pluma en mano, apelando al numen bondadoso de la musa, a emborronar, –en legítima defensa propia– en alborotado ejercicio, una paráfrasis al estilo de las agudas redondillas de la Sor. Y, aprovechando la racha de inspiración, adelantando otras cuartillas, por si las moscas.
“Esa cipota es loca –mensaje de la mamá de la nena de los cuentos– yo leyendo el editorial y dice, “vaya ¡a Winston le dio hambrita! Habla de judíos, fariseos y de repente elotes”. -Dije “zelotes”. -Ahhh, entonces pronunciá bien porque yo te escuché “elotes”. (Ahora resulta que yo no hablo bien)”. Alusivo a esta parte de la conversación de cierre: (Y los zelotes –interrumpe el Sisimite– nacionalistas radicales que buscaban derrocar a Roma con violencia. Aunque Jesús tuvo discípulos cercanos a este grupo (digamos, Simón el Zelote), rechazó la vía armada y promovió un reino “no de este mundo” (Juan 18:36).
Jesús desafió a los fariseos en lo religioso, a los saduceos (oligarcas) en lo teológico-político, y a los zelotes en lo ideológico, proponiendo una transformación espiritual y ética sobre el poder”. -¿Supiste –ironiza Winston– del chat de las sectas con Jesús en el “guasap”?: Fariseos: “¡Deja de sanar en sábado, hay normas!”. Saduceos: “Y deja de hablar de resurrección, ¡eso no existe!”. Zelotes: “Hermano, si le das una espada a Pedro, ¡úsala!”. Jesús, deja el grupo, pero antes, en su estado, coloca una de sus parábolas: “El trigo y la cizaña” (Mateo 13:24-30), Jesús enseña que el bien y el mal coexisten hasta el juicio final. Fariseos, “sembrando cizaña; dejad que los jardines sembrados por Dios, se multipliquen en la buena cosecha para la humanidad”. Saduceos, “el Reino no es un negocio del Templo, ¡sino una cosecha divina!”.
Zelotes, “Enfunden las espadas; la siega la harán “ángeles”, no guerrilleros”. “Mi reino no es de este mundo”). El abogado constitucionalista: “Acabo de terminar el editorial de LA TRIBUNA del día de hoy después del día de la madre, y realmente que me ha gustado todo ese recuento histórico, muy bien, explicado de los grupos religiosos y de tipo civil algunos armados que existían en la tierra de Israel en la época de nuestro Señor; realmente que es interesante conocer este tipo de cosas, aparte de que nos ilustran, nos colocan en un contexto de saber, conocer y entender mejor cómo era el comportamiento social en esas épocas y los intereses que primaban entre un grupo y otro”. “Muchas gracias por ilustrarnos de esa manera, señor presidente”. (Mirá –entra el Sisimite– aquí te leo este otro mensaje de la amiga abogada: “A propósito de versos, poemas y sonetos creo que el problema sigue siendo educación, educación y educación”.
“No leemos, no meditamos, no estamos preparados, no hay cultura política democrática, ya no es como antes, hay una gran descomposición social lo que nos genera la decadencia que hay”. “¿Qué podemos hacer? Al menos el colectivo lee los editoriales y se divierte con Winston y el Sisimite olvidando un poco los vientos, tratando de comprender el misterio, reflexionando un tanto ese sentimiento profundo de amor a esta patria amada y golpeada, de un presidente que escribe, que en su valioso tiempo nos inculca a seguir luchando de manera silenciosa, y dejar la vida ociosa”.
¡No perdemos la esperanza presidente! -Versos al garete: –comenta Winston– “Jesús predicó la verdad/ en un entorno erizado/ repleto de falsedad;/ fariseos por envidia/ saduceos por error/ zelotes bien armados,/ todos lo rechazaron;/ su prédica de amor/ su mensaje de piedad,/ todo aquello fue ignorado/ por arrogante perfidia./ Y los cristianos rezaron/ cuando lo crucificaron./ Que maravilla/ si viésemos ese amor resucitado,/ hoy en día/ ¡qué milagro sería!).