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Honduras
jueves, mayo 2, 2024

Linda con la tortura

La tortura es un acto inhumano e ilegal que viola los derechos humanos fundamentales. Interrumpir de manera intermitente el servicio de energía eléctrica en un país no es en sí mismo un acto de tortura, pero podría considerarse un problema de derechos humanos si se utiliza de manera intencional y sistemática para causar daño físico o psicológico a la población y más ahora que se le ha declarado como tal por la presidente de Zelaya.

La falta de acceso a la energía eléctrica tiene ya y desde hace mucho tiempo consecuencias graves para la población, especialmente en lo que respecta a la salud, la seguridad y la calidad de vida. Por ejemplo, afecta la capacidad de las personas para realizar sus actividades diarias. Si el Gobierno o las autoridades responsables de la gestión del suministro eléctrico utilizan la interrupción del servicio de manera intencional y sistemática para causar daño físico o psicológico a la población, esto podría ser considerado un acto de tortura y como reiteramos, si acaso se ha declarado derecho humano fundamental, bien se podría recurrir a las cartas firmadas por Honduras con instituciones internacionales defensoras de derechos humanos.

En cualquier caso, es importante que el gobierno y las autoridades (por cierto, la ENEE aún no tiene gerente) tomen medidas para garantizar que la población tenga acceso constante y confiable a la energía eléctrica, y que se respeten los derechos humanos fundamentales en todo momento. Si se sospecha que se está produciendo una violación de los derechos humanos, es importante que se denuncie y se busque apoyo legal y de organizaciones internacionales de derechos humanos.

La falta de inversión en infraestructura energética, el alto costo de la energía, la falta de diversificación de fuentes de energía, el aumento de la demanda energética y la dejadez de la administración pública son factores de peso. Uno de los mayores desafíos que enfrenta Honduras es la dependencia de la energía hidroeléctrica, que representa aproximadamente el 60% de la capacidad instalada del país. La sequía y los cambios climáticos han afectado la generación de energía hidroeléctrica, lo que ha llevado a apagones y cortes de energía en algunas partes del país.

La pachorra estatal inveterada ha contribuido a la falta de inversión en infraestructura energética y ha retrasado la adopción de tecnologías más eficientes y sostenibles.
El Gobierno de Honduras ha implementado algunas medidas para abordar estos desafíos, como la diversificación de fuentes de energía, la promoción de energías renovables y la mejora de la infraestructura energética, pero evidentemente eso no alcanza. Sin embargo, aún se necesitan mayores esfuerzos para mejorar el suministro de energía eléctrica en el país y garantizar un acceso confiable y sostenible a la energía para todos los hondureños.

EditorialLinda con la tortura

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