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viernes, mayo 17, 2024

LA ÉTICA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL LOS PRINCIPIOS IV PARTE

La inteligencia artificial puede significar el principio del fin de la humanidad como la conocemos, existen personas que están programando inteligencias artificiales para “destruir el mundo y otras para hacer el bien por la humanidad; siempre hubo bueno y malo en todo. Esto no lo digo yo, recientemente ha salido a la luz el desarrollo del chat ‘chaosGPT’ que es una implementación autónoma del chat GPT con memoria para destruir la humanidad. Elon Musk ha dicho que su principal preocupación es la inteligencia artificial y creo que no es para menos.

Para evitar males mayores y que los humanos no nos veamos sometidos a las arbitrariedades de cualquier desarrollador inescrupuloso de IA que pretenda la “destrucción del mundo”, es importante buscar una regulación internacional de ésta, como ya les he hablado en artículos anteriores, y someterla a los principios éticos los siguientes:

Proporcionalidad e inocuidad: La IA debe colaborar en la generación de prosperidad de los seres humanos y el medio ambiente; sus propósitos y objetivos deben ser legítimos y adecuados al contexto en el que ésta se desarrolla. La inocuidad consistirá en no causar daño sobre derechos y libertades de las personas. Se deberá evaluar los riesgos de la IA antes de su implementación para garantizar los derechos. En los casos más delicados en donde esta inteligencia pueda decidir sobre la vida o la muerte, la persona deberá ser consultada, sí o sí. Los sistemas inocuos de IA no deben utilizarse para desarrollar “sistemas de calificación social o de vigilancia masiva sobre los humanos”, como los que vemos en algunos países que ya renunciaron a su intimidad y están cómodos con la vigilancia masiva y el sistema de créditos sociales; es el gran hermano dentro del gran hermano.

Equidad y no discriminación: Los actores de la IA deben promover la justicia social, salvaguardar la equidad y luchar contra todo tipo de discriminación, de conformidad con el derecho internacional. Esto quiere decir que la IA debe estar “disponible y accesible para todos”, por lo que, los Estados deberán facilitar el acceso a la misma, reduciendo los obstáculos para su utilización. En el plano internacional, los países más desarrollados deben ser solidarios con aquellos con menores capacidades tecnológicas. En ese sentido, es evidente que hay una gran brecha entre los países más desarrollados y los menos desarrollados. Es necesario implementar marcos jurídicos locales, regionales e internacionales para evitar que esa brecha sea más grande cada día; sólo así se podrá garantizar algo de equidad.
Sostenibilidad: Cada vez que se habla de este concepto es de considerar que se hace referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria innovación e infraestructura, reducción de desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsable, acción por el clima, vida submarina, vida y ecosistemas terrestres, es decir, la sostenibilidad del planeta dependerá en gran medida de la IA. Cada aspecto de la vida estará gobernado por inteligencias artificiales en post de la sostenibilidad, una palabra con implicaciones infinitas.

Derecho a la intimidad y protección de datos: Durante el ciclo de vida de la IA, se debe garantizar el derecho humano de la dignidad e intimidad de las personas. Los datos personales deben gozar de una protección local, regional, e internacional a la hora de ser procesados por sistemas de inteligencia artificial. Imagine por un momento que sus datos personales como nombre, edad, sexo, historial médico, archivos personales, aficiones, cuentas bancarias caen en manos equivocadas… las consecuencias pueden ser nefastas, pero proteger nuestra intimidad y datos personales no solo nos corresponde a nosotros, sino también a la IA.

Supervisión y decisiones humanas: La responsabilidad supervisora de la IA, tanto ética como jurídica, debe estar en manos de personas físicas o entidades legales. Esta fiscalización debe ser pública, y el humano debe tener la última palabra siempre.
Transparencia y explicabilidad: Los sistemas de IA deben ser lo más transparentes posible, y estar abiertos a la supervisión, a través de mecanismos claros de explicación, para hacer valer los derechos de los ciudadanos frente a errores o sesgos de la IA. Sin transparencia no se puede garantizar la defensa de ningún derecho fundamental de las personas, se debe tener bien definida, en todo momento, la responsabilidad de la IA.

Todo desarrollo tecnológico de IA debe estar condicionado por los derechos de los ciudadanos. No se puede dejar a esta inteligencia a su albur, ni permitir que evolucione infinitamente sin control humano; ¡hay que controlarla! El chat ‘chaosGPT’ es una muestra que hay personas interesadas en el desarrollo de tecnologías antagonistas a las que buscan el bien de la colectividad, destruir el mundo no puede ser una opción nunca.

Estas inteligencias artificiales deben estar seriamente reguladas y fundamentadas en una ética y principios sólidos, respetuosos de los derechos humanos de los habitantes de este mundo; si se desarrollan tecnologías de inteligencia artificiales capaces de cambiar el destino de la humanidad deben estar enfocadas en el desarrollo y mejora de nuestras vidas, llevar al ser humano a un nivel superior de desarrollo en donde la IA sea un complemento y no un camino que nos lleve a la destrucción del mundo.

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