El arte de gerenciar una empresa en tiempos de incertidumbre global no es tarea fácil. Requiere valentía y una gran tolerancia al riesgo de invertir en condiciones macroeconómicas que benefician principalmente a la industria armamentista, encabezada irónicamente por los países más desarrollados. Las tensiones geopolítica encienden las alarmas de conflictos bélicos a gran escala. Son sinónimo de muerte, destrucción y caos, lo que genera negatividad en algunos rubros de inversión, lo que impulsa la migración de capitales y personas, desestabilizando países y regiones. En la medida que los discursos de los líderes políticos reviven los recuerdos de las tensiones propias de la Guerra Fría con discusiones sobre el uso de armas nucleares, por otra parte, se muestra la necesidad de fortalecer organismos destinados a mediar conflictos de esta magnitud que solo impulsan el deseo humano de autodestruirse. Los líderes empresariales, ya sea en pequeñas o grandes organizaciones, enfrentan el gran desafío de guiar sus negocios hacia el éxito o por lo menos no dejar que desaparezcan en medio del caos. De acuerdo a Peter Drucker (1980) en su libro “Gerencia en tiempos difíciles”, la primera tarea de un líder, hombre o mujer, es asegurarse de la capacidad que su organización tiene para sobrevivir a un golpe repentino, de adaptarse a cambios repentinos y constantes y de reconocer nuevas oportunidades. En una crisis geopolítica como la que ocurre en Europa, las economías frágiles como la de Honduras serían especialmente afectadas debido a la interrupción de cadenas de suministro y la reducción de mercados internacionales. Incluso las grandes potencias, como China, no están exentas de las consecuencias económicas derivadas de conflictos globales. Dirigir una empresa en un contexto de amenazas nucleares, requiere de un liderazgo positivo, transformador y proactivo, capaz de identificar amenazas globales que pueden afectar los negocios locales. Hacer un análisis de las fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades, debe hacerse con una visión amplia. Hay muchas corrientes de liderazgo que buscan exaltar el optimismo, sin pensar en los pro y contras, embriagarse de optimismo puede ser nocivo, sino se acompaña de una preparación consciente frente a situaciones adversas, esas que se salen de nuestras manos quizás, pero que de igual manera debemos buscar alternativas para sobrevivir. Drucker enfatiza que un tiempo de incertidumbre o turbulencia, es un tiempo peligroso, pero el peligro más grande es que se quiera negar la realidad de lo que acontece y remarca que es la gran oportunidad de demostrar liderazgo. Las organizaciones que aglutinan al sector privado deben superar la visión limitada del entorno local, caracterizado por problemas como inundaciones, crímenes, extorsiones y devaluaciones. Es fundamental comprender y actuar dentro de un contexto global que amplifique las oportunidades y minimice los riesgos. El mundo sigue avanzando incluso en medio de catástrofes, y las empresas deben prepararse para mitigar los impactos económicos, sociales y ambientales de las incertidumbres globales. Drucker apunta que las empresas necesitan estar analizando sus mercados, conocer las tendencias económicas locales y globales y los líderes deben tomar decisiones informadas. La clave está en la resiliencia, la planificación estratégica y la acción consciente para enfrentar lo que está por venir.