Columna de opinión por: Nahún Moreno (Economista, investigador y académico)
Para todos es conocido el alto impacto que significan las remesas para la economía hondureña, tomando como punto de partida el alto porcentaje que estas ocupan dentro del PIB hondureño y que casi alcanzan el 25% representados con los más de $9,700 millones de dólares reportados a finales del año 2024.
En Honduras con crecimientos interanuales que superan el 6% en los últimos 3 años, nos ubican como el país en Latinoamérica con mayor dependencia de las remesas según la relación porcentual que conforma la producción nacional.
Estas remesas que en promedio superan los $500 dólares por envío son destinadas principalmente para sufragar las necesidades de alimentación, educación, salud y vivienda para quienes la reciben, creando una condición de bienestar y esperanza de desarrollo para todos aquellos dependientes del más de 1 millón de hondureños que como resultado de su trabajo principalmente en países como EEUU y en menor proporción en países como España las realizan mes a mes.
También es importante mencionar en este mismo apartado que el empleo y el consumo que estas remesas hacen posible es un gran paliativo para el crecimiento económico en el país tanto para la economía formal como la economía informal.
Si nos referimos a la importancia de las divisas en nuestro país considerando nuestra balanza comercial caracterizada por una mayor dependencia de las importaciones, comprenderemos de una forma mas ampliada el impacto de las remesas, pues es del conocimiento de todos que el principal generador de divisas en nuestro país son precisamente las remesas y estas vuelven posibles junto con las exportaciones el poder satisfacer la demanda de divisas en el mercado hondureño, una demanda que en los últimos días se ha caracterizado por superar la oferta disponible de dólares americanos provocando así una depreciación acelerada de lempira en relación a esta moneda extranjera.
Todo lo anterior nos muestra claramente el efecto multilateral que la remesas ejercen en nuestra frágil y poco diversa economía.
Es evidente la necesidad de un programa de mediano y largo plazo que potencie este importante sector de nuestra producción nacional, dicho programa debería incluir la generación de política publica que facilite el acceso al financiamiento para aquellos que envían y reciben estas remesas, no estaría de mas ni sería ilógico pensar que dado el tamaño de este rubro ya debería existir un banco estatal especializado en crear oportunidades y dinamizar este importante sector o en su defecto crear productos financieros que sean destinados para los interesados a través de la banca comercial, del mismo modo que ya contamos en nuestro país con bancos orientados al desarrollo agrícola.
También la política pública especial que sugiere este constructo investigativo debe contar con aristas que refuercen el acceso a mejor educación, mejor vivienda, salud de calidad y un desarrollo legislativo marco destinado a proteger y estimular las relaciones entre los países que hacen posible este intercambio de fuerza laboral y generación de valor económico.