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domingo, mayo 12, 2024

Las falacias de los arlequines

Con máscaras, ocultando las penas, desdichas, complejos, delitos, complejos e intenciones, los arlequines estaban a la orden de las cortes imperiales para “divertir” a los monarcas de turno, hacerlos reír con sus trajes a veces raídos por la miseria del cinismo plagados de rombos en blanco y negro; de los mismos matices con los que les quieren pintar la vida a nuestro pueblo, hay algunos de esa especie en nuestra bella Honduras. Nunca faltan esos a quienes nuestra gente, que es tan ocurrente, les llama “sapos”, quizá por su naturaleza de reptil.

La cuestión es que, cuando al presente Gobierno se le señala algún desafuero o algo que se sabe que no es correcto, salen algunos inmediatamente a la palestra a defender lo indefendible, como el caso del ministro de la Presidencia cuando acusa a la abogada Gabriela Castellanos, con palabras no propias de un caballero, abrogándose el derecho de ser juez y parte al manifestar que ella tiene aspiraciones políticas solo por decir nada más que la verdad. Y es que la abogada Castellanos y la licenciada Julieta Castellanos (ambas con el mismo apellido) son las voces que alzan la voz y ponen en evidencia la verdad a quien sea, con valentía que, incluso, en nuestra sociedad machista, los hombres no hacen más que aplaudir a deportistas extranjeros y jamás decir la verdad, tal como ellas lo hacen.

Vamos a suponer que ese fuera el caso, que fuera verdad esa observación, pero antes debemos hacernos algunas cuestiones ante lo expuesto por la abogada Gabriela Castellanos ¿acaso se puede negar?, ya llevan prácticamente dos meses sin sesionar ¿verdadero o falso?, ¿acaso no se les paga por hacer prácticamente nada?, ¿es corrupción o no eso?, ¿cuál es el objetivo? Según vox populi (los hondureños andan muy inquietos al respecto, uno solo recoge los datos) ¿será que quieren disolver el Congreso para establecer una asamblea constituyente?, ¿será que quieren ampliar el periodo presidencial a ocho (8) años, será cierto eso?, ¿será que quieren manejar a su antojo al Ministerio Público y a la Corte Suprema?

Esas respuestas son las que debió dar el ministro antes aludido y no atacar a la persona de la señora Gabriela Castellanos, a quien han ofendido en su dignidad de mujer, incluso haciéndola huir del país solo por –reiteramos- decir la verdad ¡y aún peor que la presidente es una mujer! Ya hemos establecido que la verdad resplandece ante cualquier razonamiento, cualquier argumento por creíble o fantástico que sea. Hoy, el Gobierno está en una tremenda encrucijada por las presiones que ejerce el Foro de Sao Paulo y sus achichincles comunistas justificándose y abusando de la democracia con aparentes votaciones aplastantes que no fueron más que engaños masivos; la gente nuestra, que en su mayoría no accede a datos, es fácil de engañar y, lo que es peor, es casi imposible de desengañar y ejerce el voto sin razonar mucho, sin pensar quiénes son los que se benefician detrás de cada rostro en una papeleta electoral disfrazada con populismo y promesas de convertir a Honduras en la tierra que mana leche y miel, sí, pero solo para ciertos sectores a quienes el economista Javier Milei les llama “la casta”.

Si ese fuera el caso, retomando la idea de que la abogada Gabriela Castellanos tuviese aspiraciones políticas, señor ministro de la Presidencia, ¿cuál es el problema?, ¿le tienen miedo?, ¿acaso la Constitución de la República de Honduras no le otorga ese derecho? Hay que ir a las ideas, a los argumentos, no atacando a las personas.

EditorialLas falacias de los arlequines

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