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viernes, mayo 3, 2024

Las cabritas de mi tío

Es increíble cómo nos pueden llevar de un lado para otro hacer que veamos lo que solo les interesa a ellos, cabal como esas cabras que tenía mi tío Chencho, con una ramita las guiaba de aquí a allá y ellas muy contentas, caminado para donde no querían ir y viendo donde no querían ver. Sí, me dije pensativo, entre las cabras y nosotros no hay mucha diferencia y sonreí para adentro. Una vez más leyendo en grandes titulares que el juicio del gran hombre seguía con bombos y platillos, viendo quién es el político de turno que sale quemado, viendo cómo aquí los santos varones presuntos inocentes salen a bailar en las libretitas mentadas, obvio… todos alegando que son más puros que el Santo Niño de Atocha y que solo con oír la palabra narco les salen ronchas y no comprenden por qué salen embarrados, sean de la nobleza pasada o de los nuevos nobles que ahora viven en el palacio, pero, me dije con malicia, allí están las libretitas…

Volviendo a las cabritas de mi tío Chencho, me confirmé, como un eco que revolotea, así estamos todos, viendo cómo en tierras lejanas nos hacen el trabajo que aquí tenían que hacer. Sí, me volví a repetir, si un funcionario se le salpica de algo, pues se le cesa de sus funciones y se le revisa, si no es culpable, nos disculpamos y vuelve a la chamba, pero si es culpable, a la chirona papaíto. Bueno, me dije, algo decepcionado, aquí si siguiéramos aquello que “si el río suena es que piedras trae”, serían buses llenos los que armaríamos, cabal como cuando obligan a los empleados a ir a marchas, así ni más ni menos, voluntariamente a yemas, Chorrera de buses llenitos de sospechosos llenaríamos, de todos los colores del firmamento, así de fregados estamos pensé. Nambe, me dije otra vez, mientras todos, como las cabritas dichosas, solo viendo cómo va el juicio y una que otra güirra frondosa que sale en el fútbol a la carrera porque la doña nos puede cachar, pensé con una sonrisa, nos tienen viendo para otro lado, mientras tanto calladitos, como que traen gente de otras tierras a trabajar aquí, no solo los traen, sino que aprovechan para satanizar los que hay aquí para que todos los aceptemos como los salvadores que vienen a arreglarnos la vida, como lo veo yo, que no sé si la “o” es redonda, conociéndolos, me huele a marmaja de por medio, me confirmé maliciosamente. Lo irónico es que traen profesionales de afuera, en tumulto, chorro de ellos bajando de un avión con banderitas y todo, muy bonitas las pancartas y todo, mientras en los puntos ciegos son ríos de paisanos que se van, corridos por el hambre y el miedo, que papada más irónica ¿vaa?

Y nosotros viendo cómo juzgan a uno que ya está juzgado y otros que ya están tapados, la flor innata de nuestra sociedad, los que siempre han comido pollo y saben cómo huele una Prado por dentro, triste pero cierto. Más interesados si el dichoso juez se aburre de una vez y da sentencia rapidito para ir a almorzar. Nambe, compa me dije, si allá con ese juicio nos tienen con la boca abierta, viendo sólo para el norte, mientras aquí aprovechan, cabal como los güirros en examen, solo es que el profe vea para otro lado y es “chepiancina” perra, así están haciendo, maquinado cómo hacen para que no los toquen y eso que son santos varones y santas mujeres, supongo. Bien decía aquel señor, que los pañales y los políticos hay que cambiarlos cada tiempo y por las mismas razones, me dije, por razones obvias, me confirmé, arrugando la nariz al sentir el tufo mental, de plano de güirritos estos bárbaros también “chepiaban” y, lo admito, eso sí se me salió en la calle.

Bueno, me apresuré, si sigo pensando cosas, me va a destripar un carro por boca abierta, aquí todos manejan como en un potrero, si uno no está ojo al Cristo se lo levantan, peor ahora con las generaciones nuevas, que solo en el yo piensan y les vale ocho cuartos el prójimo, les interesa más la nueva canción del conejo malo, eso pensé riendo. Ni cámaras hay para por lo menos vean cómo fue que se lo levantaron a uno, la bendita política todo ha recortado, el presupuesto y la educación, suspiré.

Pensándolo bien, las cabritas de mi tío están mejor, las llevan a comer y las traen de vuelta, aunque no quieran, pero les dan de comer y de tomar, las explotan, es cierto, pero las cuidan, aquí solo nos explotan y muy bien gracias, sí, me confirmé abriendo los ojos por si no venía un rapiloco o una moto con caja atrás esas de ‘delivery’ -hablando difícil-, que son peores, caen hasta desde el cielo, de ramplón sin ni siquiera bajar la velocidad como los cobros de la luz o el agua, le pueden dar un mal golpe a uno y mandarlo a uno a tocarle la puerta a San Pedro. Están mejor las cabritas, me dije, cruzando la calle a la carrera mientras me faltaba el resuello y pelaba bien los ojos.

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