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viernes, abril 19, 2024

La pesca deportiva y otros asesinatos

Supongamos que usted se compra una escopeta (legalmente, no de las que venden por todas partes sin que las autoridades se den cuenta) y, ya armado, con suficientes municiones y disfrazado de cazador sale a la montaña dispararle sin piedad a venados, pumas, conejos y pájaros, mejor dicho, todo lo que encuentre en el camino.

Esa sería la descripción comparativa de “cacería deportiva” con “pesca deportiva”.

¿Qué de deportivo puede haber en disparar y matar otros seres vivos sólo porque la suya, su especie, tiene la capacidad de fabricar armas y la falta de conciencia para dejar de hacerlo?

Afortunadamente ese tipo de “deporte” cada día tiene más restricciones.

Pero ¿qué sucede con otro tipo de fauna, la fauna marina?

La gente compra costosísimas embarcaciones y equipo igualmente caro, llena la hielera de cervezas y armado con todas las herramientas y triquiñuelas desarrolladas para engañar a los peces, sale hacia el mar con los anzuelos o arpones prestos a disparar, también, a todo lo que encuentre.

Es absolutamente lo mismo, tanto se asesina un venado como un marlín.

¿Hay un deporte en eso? ¿Qué diablos tiene de deportivo?

Ah, pero ahora muchos de esos deportistas cazan y sueltan, ¿no es cierto?

Esa es una maldita excusa. En primer lugar, nunca se ha comprobado que los peces heridos puedan sobrevivir en un ambiente donde una pequeña pista de sangre atrae toda clase de depredadores. Esto es si sobreviven a la lucha extenuante contra un cable diseñado para agotarlos hasta el extremo y todos los demás artilugios que se utilizan en esa cacería despiadada sin moral y sin sentido.

Pero, ¿acaso no sería el equivalente a capturar un águila hiriéndole las alas o las patas y, después de pesarla, medirla y tomar las fotos de rigor, soltarla a la naturaleza a ver cómo le va?

Inclusive es peor, ya que la supuesta águila siempre estaría en su ambiente respirable, no así los peces, cualquiera sea su especie.

Algunas naciones han puesto veda a la pesca de tiburones; magnífico, ¡pero no es suficiente!

La pesca deportiva tiene que eliminarse del todo, ni siquiera una sardina debe servir de diversión.

Lagos, ríos, mares y océanos en todo el mundo deben prohibir la pesca deportiva.

Otros países han establecido serias sanciones contra aquél que caza cocodrilos, debe ser lo mismo contra todas las especies vivientes.

Hay campañas también para evitar el consumo de huevos de tortuga; voluntarios en muchas naciones velan los depósitos de esos huevos y escoltan los retoños en lo que muchas veces es una mortal carrera hacia el mar.

Pero la gente tiene permiso de meterse al agua y cazar lo que se le antoje, definitivamente no puede ser, esa práctica estúpida y sádica no puede seguir.

Vaya a la montaña, corte un árbol sin permiso y verá lo que sucede (tendrá que darle mordida a alguien, eso es lo que sucede).

¿Por qué nadie debe tener permiso para practicar el “deporte” de asesinar peces indiscriminadamente?

Cuando alguien tira un anzuelo no sabe qué va a morderlo, una tortuga, un delfín, cualquier cosa.

Desde luego que detrás de ese “deporte” hay grandes intereses creados incluyendo los fabricantes de lanchas, yates, cañas de pescar, anzuelos, señuelos, hieleras y demás parafernalia, así como líneas aéreas, hoteles, resorts, restaurantes y demás.

¿Esta pequeña columna podrá luchar contra semejantes fuerzas y tendrá algún chance de ganar?

No sin mucho esfuerzo, eso es seguro.

Pero también cuento con que existen suficientes -yo diría una gran mayoría- de personas que jamás tendrán una lancha y que, sobre todo, aman la vida y el respeto a la naturaleza.

Tiene que haber mucha gente, aliados naturales, que deseen participar en una gran lucha mundial para prohibir la “pesca deportiva” en todas sus variantes.

Debe haber una juventud idealista que jamás ha visto de cerca el mar pero que sabe que ahí, precisamente en el mar, se inició la vida en el planeta y que es ahí donde, posiblemente, se luche la última batalla por la supervivencia de nuestra especie y de toda la vida.

Mantenerlos limpios, libres de contaminación, con una pesca comercial regulada y, si es posible, sustituida por granjas marinas, tal y como se hace con pollos, cerdos, vacas, camarones, langostas y ovejas.

Pero, sobre todo, empezando por proscribir la pesca deportiva, el asesinato por diversión de especies indefensas pero vitales para el mantenimiento del ecosistema marino y, definitivamente, de la vida en la Tierra.

Seguiremos en la lucha.

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