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domingo, mayo 5, 2024

La peor enfermedad

Viviendo en un planeta con movimiento permanente, con los sobresaltos de los fenómenos muy propios, ya sean de clima, sísmicos y otros, la humanidad nunca ha dejado de maravillarse y buscar respuestas donde no las hay. Se ha atribuido a dioses a cada fenómeno. Con las enfermedades antes se le atribuía a la impureza del alma u otras condiciones. Es decir, a cada cosa se le daba un matiz cuasi esotérico. Con los avances de la ciencia hoy sabemos que no es así, que toda causa tendrá un efecto y eso nos lo explicó claramente Sir Isaac Newton en su momento.

Hoy en Honduras estamos padeciendo de la peor enfermedad que es la ignorancia y que produce que cada vez la población enaltezca a líderes peores, a los que insultan, a los que ofenden. La calidad de cada sociedad se mide en función de su educación, de saber entender que hasta una simple envoltura lanzada a la calle va a repercutir sobre quien lo haya hecho de manera exponencial. Esto hace recordar al malogrado John Lennon con una anécdota que dice: “Cuando yo tenía cinco años, mi madre me decía que la felicidad es la clave de la vida. Cuando fui a la escuela, me preguntaron que quería ser cuando ya fuera mayor. Yo respondí ‘feliz’. Me dijeron que no entendía la pregunta y yo les respondí, ustedes no entienden la vida”.

Si analizamos los últimos años a nivel “educativo” cada vez vemos más aspectos que nos llevan a un mundo y modelo absolutamente acrítico y de una ignorancia llamada pasiva. Es decir que la ignorancia en política se ha convertido en una especie de virtud en base a una proclama que no por dejarnos más perplejos es menos exitosa. O sea que entre más grande es la estupidez que emanan los que aspiran a ser electos (en Honduras no hay políticos) para asombrar a las mayorías, mayor será su éxito en las urnas y por eso los resultados que tenemos cada vez que lega un nuevo gobierno. Se contrata a los más pariguales a ellos, se entronizan como si Honduras fuese un reino, cosa que nos quedó desde la conquista, y nos comportamos como cortesanos franceses antes de la revolución de aquel país.

La ignorancia nos tiene ciegos creyendo que lo que prima es el presidente de un Poder del Estado y no la Constitución que, afortunadamente, los militares de hoy en día sí la defienden y nos enseñan esa lección de civismo. No se atienen a un alto funcionario, sea el presidente del Ejecutivo, Judicial o Legislativo, es a la Constitución a lo que se deben y todos nosotros debemos defenderla. Es porque nos saben ignorantes, según ellos, es que no sabemos pensar, pero ya el pueblo está inquieto, está dando muestras de una especie de agonía que ya no soporta. Las tierras invadidas y nadie hace nada y si eso es así podríamos pensar con atrevimiento que es complicidad, dejar pasar, dejar hacer.

No se crean, ya la gente está más espabilada, ya la ignorancia no es un arma a su favor.

 

EditorialLa peor enfermedad

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