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jueves, abril 18, 2024

La nueva Corte Suprema de Justicia

Hace 100 años fue la guerra civil más cruenta, descarnada, salvaje en la historia de Honduras.

En esos montunos tiempos se estilaba que, cuando no se ganaba el poder por las buenas, había que subir a las montañas a reclutar pobres campesinos incultos, armarlos y usarlos de carne de cañón. Al final, o se era derrotado por las armas o se terminaban firmando acuerdos en los que todos salían ganando, menos el pueblo que quedaba más pobre, de luto y, como siempre, sin futuro.

Hoy ya no se van a la montaña, hoy negocian, tuercen brazos, pasan dinero bajo la mesa, ceden algunos puestos, pero exigen otros a cambio, y así las cosas siguen igual. Todos los de arriba ganan, pero los de abajo siguen jodidos.

Este día se elige una nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ) y, al menos que alguien se eche para atrás, seguimos en los mismo: magistrados manchados de colores políticos, no elegidos por ser grandes juristas, sino por pertenecer a un partido político.

Este nuevo show político -nada que ver con lo jurídico- ha sacado a la luz dos cosas: que Luis Redondo se ha constituido como uno de los traidores a su propio partido, más descarado que yo haya visto en vida mía (la historia habla de muchos, pero este es el actual) y que todo sigue igual; y que Libre mintió: prometió ser diferente, pujar por una CSJ conformada por juristas de altos vuelos, una Corte imparcial y lo que vemos es que escogió a sus favoritos. Más de lo mismo.

El meollo de todo esto es que vemos el mismo patrón de conducta del bipartidismo.

Sea como sea, al final, tenemos mañas bicentenarias que no podremos desterrar nunca, entonces, ¿qué es lo que nos queda? Hablaré como abogado.

Varias cosas detesto de la administración de justicia nuestra: la lentitud, el desorden, la falta de seguridad jurídica, la arbitrariedad, la corrupción y la cobardía de algunos juzgadores.

Otra cosa, aunque es trabajo del Colegio de Abogados de Honduras (CAH): disponer mejores condiciones para la atención a nosotros los profesionales del Derecho que somos el intermediarios entre el ciudadano y el Estado. No puede un abogado estar examinando un expediente, donde sea, de pie, o que tengamos que estacionar los carros a kilómetros de distancia sin seguridad alguna. Solo por citar una de tantas incomodidades, y miren que he mencionado las más superficiales.

El espacio es corto y el tema es infinito, pero hablando en nombre de mis colegas -y en el mío propio- podría decir (solo algunas de las muchísimas) cosas para que la administración de justicia mejore.

No puede ser que juzgados con tanta carga de trabajo y, además, resolviendo conflictos tan relevantes para la sociedad hondureña, tengan tan pocos jueces y salas de audiencia. Eso es ridículo.

En el Juzgado de Familia en Tegucigalpa, solo tiene 8 jueces, ¡con todas las injusticias que hay! No puede ser. Y un buen tiempo solo estuvieron en funciones 5.

Los tribunales, llamados de jurisdicción nacional, para casos complejos y de trascendencia nacional como secuestros, crimen organizado, extorsión, son escuálidos, anoréxicos, demasiado pocos. Los pobres jueces y colaboradores tienen que multiplicarse, señalan audiencias para meses incluso años después, porque no alcanza el esfuerzo.

Los juzgados de Trabajo todavía laboran en el tiempo de las cavernas, no se han actualizado conforme a las nuevas tecnologías y trabajan aún con la ley mosaica de notificar por tablero y estar diligenciando procesos con base a “primera, segunda, tercera, cuarta audiencia de trámite”. ¡Por Dios Santo!

Violencia doméstica es una sombra de lo que debería ser. El ataque a las mujeres en nuestro país es una pandemia grotesca y esos juzgados (aunque no lo entiendan) juegan el papel importantísimo de refrenar preventivamente agresiones más graves y que no terminen en desenlaces fatales, pero su ley es anticuada, simplista, no tienen los suficientes jueces, no están a nivel nacional y no cuentan con recursos, de allí es que lo que inició con una denuncia termine en feminicidio.

Como dije, este tema de tareas para la nueva CSJ es demasiado largo, pero acá les dejo una lista de este humilde litigante que ha visto, durante años, las falencias de las pasadas CSJ. ¿Serán más de lo mismo?

Por Carlos Alvarenga, abogado.

 

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