Una de las cosas más valiosas para cualquier humano, y en cualquier relación es la confianza.
De hecho, una frase famosa dice que la confianza es como un jarrón, una vez rota, nunca queda como estaba. Y hay total razón. Todos queremos confiar en alguien, pero también debemos ser confiables.
La confianza se refiere a una fuente de esperanza, o una creencia para bien, puesta en algo o en alguien. Tan importante es que cuando estamos en el proceso de conocer, o de que nos conozcan nos esmeramos por “Dar la mejor impresión” siendo el caso que muchos solo se quedan así, en esa primera impresión.
La confianza verdadera, o el que puedan llamarle “Confiable” tiene mucho que ver con el tal jarrón. Usted debe ser constante, de una sola pieza, tener palabra y cumplir lo que ofrece. En pocas palabras congruente con lo que dice y hace.
Las palabras pueden hacerlo brillar a uno, pero si sus hechos los deshace la consecuencia es peor. Y ni hablar en los negocios, siempre me gusta poner de ejemplo los salones de belleza donde cada mujer conoce su estilista y si está llena de clientes, o por algún motivo no está presente, siempre sale la frase “Prefiero esperar” ¿Por qué? Porque es su imagen, su personalidad y su gusto.
La otra persona ya sabe como lo quiero. Tomamos muy a la ligera la confianza, tanto, que vivimos estirando hasta donde podemos pasarnos de vivos, sin romperla. Algo que es muy difícil, pues con el tiempo, prácticamente todo se sabe. Y esa construcción de confianza a lo largo del tiempo es lo que llamamos reputación.
La reputación lo precede a uno. De hecho, en su negocio, muchos clientes pueden ir o dejar de venir, de acuerdo a la reputación que Ud. Tenga.
De hecho, el mismísimo Rey Salomón escribe un proverbio que dice “Mucho más valioso que el oro y la plata es la reputación”.
Hoy día, pareciera que cualquiera cambia su reputación por oro o plata. Sin saber que mucho más puertas, oportunidades y transacciones se pueden lograr por la buena reputación.
Mucho de ello, para evitar falsas expectativas, está precisamente en eso. A mí me encanta calibrar bien lo que uno puede dar o no, en mi empresa, pues eso seguro se verá sumado a mi reputación. En ventas, creemos que prometer el cielo y las estrellas es vender.
Cuando eso lo único que hace es poner una carnada, para que el pez muerda, pero a la larga nos saldrá carísimo eso que hicimos, si no cumplimos, o si cumplimos a medias.
En resumen, deseo invitar a todo aquel que me lee a ser de una sola pieza. Resistir la tentación de aparentar lo que no es, y desde luego potenciar lo que tiene, para poder ganarse una confianza que le construya buena reputación.
La infidelidad daña la confianza. Es un hecho. Deben pasar muchas cosas y dar muchos pasos para volver a construir esa reputación, que, si la relación, o el negocio lo vale, seguro nos tomará tiempo construir de nuevo, pero quedará con un asterisco.
Con una pequeña mancha de “Aquello que sucedió” Esmérese por nunca romper esa confianza y lo único que ayuda muchas veces a salvarla, es la reputación.
Son los hechos que comprueban a lo largo del tiempo que usted es lo que promete. Sea determinado en construir esa confianza, le prometo que los negocios se mueven a otra velocidad cuando la hay.
El vivo, siempre pagará su viveza. El confiable siempre estará como cabeza en donde esté.