Leíamos recientemente un interesante artículo de la revista The Economist que se enfoca en los esfuerzos que se hacen en todo el mundo por simplificar o eliminar trámites burocráticos, sobre todo para impulsar la creación y el éxito de más negocios.
Los números no dan lugar a equivocaciones o malentendidos: Los países que eliminan trámites superfluos o requisitos innecesarios progresan a mayor ritmo que los que viven bajo el yugo de una burocracia improductiva y que obstaculiza las inversiones.
En este y otros espacios hemos insistido, durante mucho tiempo, sobre este tema. Hemos presentado ideas y propuestas de diferente índole para eliminar una cantidad de requisitos que solo sirven para ocasionarle gastos innecesarios a los ciudadanos y atrasos a las empresas.
Sin embargo, ahora que las decisiones de la administración Trump generan inquietud sobre la competitividad global, este se vuelve un tema de extrema urgencia para nuestro país, sobre todo en un contexto de competencia internacional sin cuartel.
La eliminación de trámites innecesarios y la reducción de la burocracia no son simples medidas de conveniencia; son esenciales para mejorar el clima de negocios y fomentar la generación de empleo.
En Argentina, Milei y su motosierra han desatado una lucha frontal contra la maraña burocrática.
En Estados Unidos, Donald Trump ha propuesto la creación de un “Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE)” encabezado por Elon Musk, con la misión de reducir el tamaño del gobierno y eliminar regulaciones innecesarias.
En la Unión Europea, donde la regulación suele ser extensa, la Comisión Europea ha anunciado la reducción de los requisitos de reporte corporativo en un 25 %, y en un 35 % para pequeñas empresas.
El exceso de trámites y regulaciones tiende a asfixiar a las empresas. En países como Alemania y Canadá, los códigos fiscales han crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, complicando la operación de negocios.
En Estados Unidos, la cantidad de regulaciones federales ha pasado de 20,000 páginas en los años 60 a más de 180,000 en la actualidad, imponiendo billones de horas de trámites a sus ciudadanos anualmente.
Honduras no anda muy lejos de eso, pues la apertura de negocios y la aprobación de permisos, licencias y demás sigue estando repleta de trabas administrativas que desalientan la inversión.
Este espacio resulta totalmente insuficiente para detallar la larga lista de trámites que se deberían eliminar o simplificar en Honduras, pero seguramente los estimados lectores podrán pensar en muchas en base a sus experiencias cotidianas.
Lastimosamente, nuestro sector público aún no se da cuenta que todo en nuestras vidas se desarrolla en el ámbito digital, excepto muchas de las gestiones que se realizan con el Estado, ya sea a nivel nacional o municipal.
Y como si eso no fuera suficiente, muchos trámites públicos se pueden iniciar en línea, pero su seguimiento es de manera presencial, derrotando así el propósito de las plataformas digitales.
La experiencia internacional demuestra que reducir la burocracia tiene efectos positivos en la economía.
En Grecia, tras años de crisis, el país logró encabezar los rankings de desempeño económico luego de simplificar su marco normativo.
Estonia ha digitalizado casi todos sus servicios gubernamentales, logrando ahorros equivalentes al 2% de su PIB.
Sobre Estonia también hemos escrito ampliamente, sobre todo en lo relacionado al principio de “una sola vez”, que implica que el Estado solo puede exigir a los ciudadanos su información en una sola ocasión, pasando posteriormente a portales o bases de datos que pueden ser consultadas por todas las entidades públicas.
Honduras tiene una oportunidad única para impulsar su competitividad mediante una reforma profunda de su aparato burocrático.
La reducción de trámites, la digitalización de servicios y la eliminación de regulaciones obsoletas no solo atraerían inversión extranjera, sino que también beneficiarían a los emprendedores locales, facilitando la creación de empleo y el crecimiento económico.
El llamado a la simplificación y digitalización administrativa no es nuevo, pero las circunstancias actuales han vuelto mucho más urgentes su implementación.
Si el gobierno realmente desea mejorar el clima de negocios para que el sector privado pueda crear más oportunidades de trabajo, debe actuar con decisión y pasar de las promesas a los hechos.
La historia reciente demuestra que los países que han apostado por reducir la burocracia han logrado dinamizar su economía y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.