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lunes, mayo 6, 2024

Fortalecer el pensamiento crítico en la era de la desinformación

Una de las principales amenazas para la humanidad en la actualidad es la desinformación. En un mundo donde la información fluye constantemente, a menudo nos vemos inundados por noticias falsas, datos manipulados y opiniones sesgadas que distorsionan nuestra comprensión del entorno que nos rodea. Para contrarrestar este fenómeno, es esencial promover el pensamiento crítico, una habilidad fundamental en el siglo XXI que nos permite analizar, evaluar y cuestionar la información de manera objetiva y fundamentada.

El entorno en el que crecemos y nos desarrollamos desempeña un papel crucial en la formación de nuestro pensamiento crítico. La familia, ya sea nuclear o extendida, actúa como el primer y más influyente elemento. Desde una edad temprana, los niños y niñas absorben conocimientos y valores de quienes los rodean, moldeando así su percepción del mundo y su capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo, los valores y la falta de ellos.

Es fundamental preguntarnos si estamos preparando a las nuevas generaciones para comprender y transformar de manera positiva su entorno, o si los estamos dejando crecer sin el pensamiento crítico. No se trata de imponer ideologías, sino de brindar las herramientas intelectuales que les permitan analizar de manera objetiva los desafíos a los que se enfrentan, tanto a nivel personal como global.

Las amenazas que enfrentamos como sociedad, el cambio climático, experimentos y ensayos clínicos que no respetan los protocolos internacionales, hasta la proliferación de armas nucleares y presidentes autoritarios amenazando a sus enemigos con usarlas de ser necesario para cumplir sus objetivos, son temas trascendentales que requieren una reflexión y tener una postura para comprender lo que puede perjudicar a la especie humana y todo el entorno que la rodea. Sin embargo, estas preocupaciones urgentes a menudo se ven opacadas por noticias “light”, superficiales, que son cortinas de humo diseñadas para distraernos de las verdaderas situaciones que perjudican existencia.

Mencioné al inicio el rol de la familia en el desarrollo temprano del pensamiento crítico, pero cuando esta no puede cumplir esa tarea, la única esperanza recae totalmente en el sistema educativo, público o privado. Por ello, es importante fomentar la resolución de problemas reales, la experimentación, el análisis y el debate, en lugar de centrarse en la memorización de hechos y cifras. Desde una edad temprana, la niñez tiene la capacidad de producir conocimiento y formular preguntas fundamentales sobre el mundo que los rodea. Es responsabilidad de los educadores fomentar esta curiosidad innata y proporcionar un entorno propicio para el desarrollo intelectual de los estudiantes.

En última instancia, el pensamiento crítico no es un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho fundamental de todos los seres humanos. Debemos reconocer y proteger esta facultad inherente que nos permite comprender el mundo y tomar decisiones informadas.

El desarrollo de la inteligencia artificial no es un problema, la tecnología es neutra, depende de los seres humanos cómo la utilicemos. Lo que sí debería preocuparnos es la falta de preparación para desarrollar el pensamiento crítico, comprender de dónde venimos, quiénes somos, qué queremos ser a nivel individual y como sociedad. Por supuesto, hablo desde un enfoque del bien común donde se promueve la movilidad social ascendente, donde se percibe a cada ser humano como importante, independientemente de su condición social, raza o religión. Las castas privilegiadas mediante la opresión de los más débiles, obviamente no cederá para dar paso a un mundo más equitativo, ellos se consideran un “estado en sí mismo”.

Argumentaba Pablo Freire “esta búsqueda del ser más no puede realizarse en el aislamiento, en el individualismo, sino en la comunión, en la solidaridad de los que existen y de ahí que sea imposible que se de en las relaciones antagónicas entre opresores y oprimidos. El gran educador brasileño estaba consiente que para romper este ciclo se debe dar una de las armas más temibles para los que controlan los recursos económicos y el poder a su antojo: el pensamiento crítico.

Quienes han promovido y logrado que la gente comprenda la importancia de “aprender a aprender” y “aprender a pensar” son considerados enemigos acérrimos del estatus quo, por eso muchos terminan desaparecidos, encarcelados o en el exilio, el punto es exterminar a los libres pensadores, a los que invitan desenchufarse de la “matrix” y construir una mejor experiencia de vida para la mayoría.

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