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viernes, mayo 10, 2024

Envejecer en soledad

Parece una cosa colectiva, la mayoría de las personas argumenta que vale la pena aguantarse muchas cosas durante el matrimonio solo para no llegar a viejos, solos. Igualmente, los solteros aseguran querer tener pareja cuando mayores por la misma razón; “es que, siquiera un poco de compañía en la vejez, es necesaria”, aseguran.

Total, que un buen porcentaje de la humanidad tiembla con la sola idea de quedarse solos algún día, la mayoría no hace mucho por cuidar de sus relaciones, pero aun así, nadie quiere envejecer en soledad. Ahora, quizás sería bueno plantearnos la posibilidad de que envejecer en pareja no garantice compañía y tal vez, tampoco felicidad.

Durante las últimas semanas me dediqué a observar a las parejas mayores, algunas veces hasta me atreví a hablar con algunas de ellas y esto fue lo que encontré: En la mayoría de los casos los señores le hablaban golpeado a sus esposas o compañeras, con poca paciencia e incluso, agresividad. Encontré muchas señoras tristes, con aspecto cansado y melancólico. Un día, haciendo fila en el banco, frente a mí estaba una de ellas, de esas a las que se les adivina que fueron muy bonitas en su juventud. Su compañero hablaba con un empleado del lugar, al terminar comenzó a llamarla, ella no lo escuchó, entonces él se acercó con feos modos y la pinchó con su bastón en el brazo, ella se asustó además de que seguramente la lastimó, y le gritó: “¡anda, vámonos ya!”. Todos en la fila nos indignamos, algunos quedaron murmurando cuando la pareja se alejó. Otra señora me decía en el supermercado: “de verdad que no vale la pena todo esto. Mi marido se ha vuelto muy agrio de carácter y terco a medida que envejece y enferma. No permite que yo lo cuide, me culpa de todo y ni compañía es, porque se la pasa frente al televisor o durmiendo. Es tremendo esto”.

Y bueno, para ellos tampoco todo es “miel sobre hojuelas”. Conozco casos de esposas que luego de recibir un cheque toda la vida productiva de su marido, al no recibirlo más, decidieron que ya no tenían que “cargar” con él o lo hacen de muy mala gana.

Hace poco en una oficina escuchaba a otra mujer mayor hablar con la chica de atención al cliente sobre las visitas semanales de sus nietos y la alegría que ello le causaba, “como yo vivo sola” decía. Y le pregunté si es eso cierto, entonces, que es muy malo llegar a esas edades solo, y ella respondió casi sin pensarlo: “¡a veces más vale solo que mal acompañado, mija!” Yo solo pude asentir.

No sé, supongo que luego de compartir tantísimos años, de invertir tanta energía en la crianza de los hijos y trabajar arduamente para mantener una familia, lo mínimo que las personas esperan es un buen compañero para el ocaso de la existencia y pues, no lograrlo debe ser por demás frustrante. Por eso es importante que, desde ya, se hablen estas cosas, que no se evadan. Que reconozcamos que sí, los hijos son importantes pero nuestro cónyuge también y si ya decidimos que con él o ella vamos a envejecer, será importante dedicarnos en cuerpo y alma a darle lo mejor de nuestra atención, cariño y tiempo a esta persona, asegurándonos a la vez, de recibir lo mismo a cambio. No sea que, el día menos pensado, nos encontremos en una casa vacía, sin más proyectos, demasiado tiempo libre y con un completo extraño con quien ni siquiera poder mantener una amena conversación.

 

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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