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viernes, marzo 29, 2024

Entre la izquierda y la derecha

Carlos Alvarenga, abogado y MAE.

Esto de que gane la extrema derecha, como ha sucedido en Italia, no es para alegrarse.

Y aunque en mi caso personal, estoy más que seguro que yo con la izquierda ni a la esquina a comprar un churrito, la extrema derecha me causa igual repulsión.

La izquierda, en cualquiera de sus manifestaciones, así como la extrema derecha, son perniciosas.

Ha quedado demostrado que ambas corrientes políticas tienen bastantes similitudes: culpan a los millonarios, los encierran en una sola bolsa y los califican, los de izquierda, como explotadores opresores, y los de extrema derecha, como judíos de izquierda. ¡Ja! Ambos son xenófobos, cuando les conviene. Los de un lado, antiárabes, anti inmigración, y los otros, anti imperio: todo lo que sea influencia estadounidense lo rechazan, aunque de vacaciones se vayan a visitar, invariablemente, a Mickey Mouse. Ambas corrientes son sumamente racistas. Y si bien unos son patéticamente religiosos, los otros, aunque ateos, han convertido en religión otras concepciones o su propia ideología. Fanáticos, al fin y al cabo, ambos y, por lo tanto, perjudiciales cuando llegan a gobernar.

La gran diferencia es que, mientras los de extrema derecha potencian el crecimiento económico de los países quitando tantas trabas y cargas a los que generan riqueza, así como también impuestos y muchos empleos, los de izquierda lo destruyen todo, absolutamente todo. La economía principalmente. Lo mismo pasa con los demagogos, aunque no se suscriban a ninguna corriente política, como el vecino Nayib Bukele.

Ante esa situación, la extrema derecha es menos peor que la izquierda.

Antes de continuar, hay que hacer un acto de contrición: la derecha, recientemente, acá en América, nos ha dejado un mal sabor de boca. Los cuatro gobiernos seguidos de ARENA en El Salvador fueron decepcionantes, en verdad, como lo dijo el exalcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt -en un acto de expiación- se olvidaron de los pobres.

El PRI de México, que botó al basurero sus inicios revolucionarios, se convirtió en una élite de derecha e hizo de una potencia económica un nido de ratas. El Partido Colorado, que casi llega a gobernar un siglo, tiene a Paraguay como uno de los países más corruptos del mundo. Bolsonaro da tristeza y Donald Trump da risa. O sea, la derecha política en nuestro continente no es lo mejor, pro sin duda sigue siendo la opción menos peor.

La derecha que yo admiro es la que potencia el desarrollo económico y ocasiona el desborde de la riqueza que no es otra cosa más que impuestos justos, mejora en los sistemas de producción, desarrollo de tecnología, que se ve en obra públicas que los pobres no pueden y nunca podrán pagar.

La derecha que yo admiro es la pensante, la que mejora la situación de sus empleados, la que se involucra en temas ecológicos y sociales, la que participa con propuestas sensatas en la actividad política del país.

Esa derecha que innova, emprende, transforma, genera nuevos productos y servicios para satisfacer las necesidades humanas e, incluso, hasta para su esparcimiento.

En cuanto a que la derecha se olvida de los pobres, hay que recordar que todos los aspectos socialistas y las instituciones de nuestras sociedades son mantenidas por los ricos: la red hospitalaria pública es socialista, lo seguros sociales son socialistas, los subsidios a la electricidad son socialistas, las escuelas públicas gratuitas son socialistas, los descuentos a la tercera edad, a los discapacitados, a los estudiantes, todo eso es socialismo en todas partes, donde sea, y eso se mantiene gracias a esos empresarios que cumplen con sus obligaciones tributarias.

La derecha genera riqueza, innova, se atreve, emprende, crea y eso implica empleos, impuestos, pago de servicios, adquisición de productos a proveedores que a la vez también repiten ese ciclo. La derecha es buena y sus errores o vicios son eso: enfermedades del sistema que hay que combatir, en cambio los gobiernos de izquierda son la enfermedad misma. No hay forma de mejorarlos.

Estas cosas son necesarias saberlas, reconocerlas y esparcirlas para que germinen en la mente de los ciudadanos, más ahora que hay una pandemia de gobiernos de izquierda y demagogos confrontativos, incompetentes y destructores de los países.

 

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