19 C
Honduras
jueves, abril 18, 2024

EL UNICORNIO IDEOLÓGICO: Dónde encontrar las oportunidades

Todos decimos -y nadie objeta la premisa- que la pobreza se reduce con un aumento sustancial del empleo, y que todos debemos ir a la universidad para conseguir uno bueno. Lo repiten los políticos, los empresarios, y los periodistas, porque no saben decir otra cosa. La mala noticia es que todo mercado tiene sus límites de crecimiento, es decir, ningún gobierno o empresa privada están obligados a emplear más gente de la que necesitan. A ningún gobierno, ni a ningún negocio se les puede obligar a expandir sus operaciones solo porque el paradigma popular exige que se debe absorber la mayor cantidad de personas económicamente activas.

Por otro lado, nos dicen -y nosotros también cometemos esa imprudencia- que solamente con estudios superiores podemos salir de la pobreza y del oscurantismo que supone llevar una vida miserable. Es decir, tenemos que hacer el esfuerzo por educarnos en la universidad, no solo porque con ello la vida se nos hará más fácil, sino también porque contribuiremos al desarrollo del país con ese saber especializado. En otras palabras, podemos imaginar una sociedad donde todos vayan a la universidad, y que, al egresar se encuentren con un empleo bien remunerado. Cruel juego de vender ilusiones.

¿Cuánto empleo necesita un mercado con un crecimiento económico del 3 por ciento y una tasa de crecimiento poblacional también del 3 por ciento? Dejemos eso ahí: ese saber es para especialistas. Podemos decir que si el sector productivo no crece más que un 2 por ciento y la población sigue en ascenso, llegará el tiempo de presionar por más bienes y servicios, como suele decirse en los organismos de desarrollo, -buenos lugares, por cierto, para absorber a los universitarios que no necesita el sector público ni el privado-.

Pero no se cura el mal con más empleo ni creamos que el saber especializado nos sacará de la pobreza. Ya lo dijimos; si el mercado no crece, irremediablemente habrá una restricción en la oferta de chambas. Por más ingenieros o economistas que seamos, la insuficiencia de puestos de trabajo generará pérdida de fe en el sistema. Si hay diez mil ingenieros industriales en una región, y la oferta es de apenas mil ¿qué creen que pasará con los salarios? ¿Qué deberán hacer los nueve mil restantes? O ¿Qué sentido tiene ir a la universidad para encontrarse con que no hay trabajo disponible?

Como el mercado no puede con tanta demanda, solo nos queda un camino: generar oferta de servicios. Si la oferta de empleo es reducidísima, hay que ocuparse de la demanda insatisfecha, es decir, hay un gran porcentaje de la población de ingresos bajos o medios que está dispuesta a pagar por servicios menos costosos pero NO disponibles en el mercado moderno. Aquí cerca, en El Salvador, los mecánicos, jardineros, electricistas, y veterinarios van directo a los clientes; dejan sus tarjetas de presentación en cada casa para atender a domicilio. El “pick up” no se limita a entregar comidas rápidas. Disponen de números telefónicos que contestan inmediatamente, sin esperar el final del día para revisar la mensajería del Instagram; la publicidad no les sirve de mucho: prefieren, como me decía un empresario textil, “hacer relaciones públicas”.

Necesitamos, como dice Gabriel Zaid en “El progreso improductivo”, atender las demandas de bajo costo de inversión, pero de alto rendimiento productivo. ¿Por qué empecinarse con una oficina para CEO? Porque ese es el valor de éxito que la modernidad nos ha vendido, sabiendo que es pura propaganda modernista y urbana. Las sociedades prósperas no son aquellas donde solo triunfan los Steve Jobs o los William Gates, aunque todos necesitamos tener unos cuantos de esos. Son aquellas donde el sistema les enseña a sus ciudadanos que no solo para empleados han nacido; que existen millones de oportunidades en el mercado que no requieren especializaciones, sino el saber dónde encontrarlas.

Héctor A. Martínez (Sociólogo)

 

Artículo anterior
Artículo siguiente
- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: