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jueves, mayo 2, 2024

“El racialmente ambiguo y su identidad”

El concepto “raza” ha sido utilizado a través del tiempo para muchas atrocidades. Basta recordar lo sucedido en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, la conquista de América y la segregación racial en muchos países para hacernos una idea. El criterio no goza de popularidad entre los científicos que argumentan la inexistencia de razas. Hoy muchos gobiernos siguen utilizando conceptos raciales para clasificar a las personas.

Los países vecinos del norte han utilizado la cuestión racial con mucha flexibilidad desde, hace más de trescientos años, para distinguir a todos aquellos que son “diferentes” a los “blancos colonizadores”.  El criterio se ha usado para establecer diferencias y por supuesto para discriminar.

El poder siempre utiliza argumentos como orden, migración, tráfico humano y seguridad para justificar el uso de la palabra “raza” y así enfocar los cañones contra el diferente, el chino, el negro, el latino, el árabe o el autóctono.

¡Hoy hablaré de raza, solo para ejemplificar ciertas situaciones y no porque sienta una especial simpatía por el concepto! ¡Los antecedentes históricos del mal uso del término resultan evidentes… por decir algo!

Clasificar a las personas por raza es algo deleznable. Lo que resulta aún más repugnante es admitir una clasificación impuesta por el sistema y sentirse condicionado y motivado por ello y, sobre todo, no ser crítico con el tema y pasar de puntillas.

Siempre las personas “diferentes” han tenido un trato o “categoría especial” en todas partes. Habitualmente. el trato que recibe una persona depende en gran medida de la percepción colectiva, del azar o por qué no decirlo, de la raza…

Los países más extensos del mundo (Rusia, Canadá, Estados Unidos de América, China y Brasil), con excepción del país asiático, son países diversos y multiétnicos. La tendencia es que estas naciones dentro de pocos años se conviertan en lugares aún más diversos. El mundo actual tiene una clara tendencia hacia la diversidad y no hacia un mundo de blancos y el resto.

Dicho lo anterior, hay personas que ¡están enfrascadas en problemas raciales! Ser blanco, negro, chino puede ser un una ventaja o desventaja, según el contexto en el que se viva. Es una cuestión muy compleja… El hecho de sufrir racismo dependerá de muchos factores y dependerá mucho de la cultura dominante. En este escenario ¿qué sucede cuando una persona es considera racialmente ambigua?, no es negro, no es chino, no es blanco, indio y tiene rasgos físicos que imposibilitan al gobierno de turno encasillarlo en una “categoría racial específica”, en ese caso, esta persona es racialmente ambigua para el sistema… el sistema le ha asignado una etiqueta y será su problema definirse o no.

¿Qué sucede cuando alguien se siente racialmente ambiguo? En primer lugar, hay una reacción psicológica a una narrativa previamente establecida. La persona duda a qué grupo pertenece, no reconoce sus referentes y duda cómo comportarse asertivamente debido a esa ambigüedad. Sentirse racialmente ambiguo afecta a la identidad de las personas y tiene un impacto directo en las relaciones interpersonales, se genera una incertidumbre sobre valores y principios personales y se cuestiona la propia etnicidad.

La ambigüedad racial plantea muchas preguntas, que van más allá del concepto de raza… La persona debe ser respetada, aceptada y valorada como ser humano.

Ahora bien, la persona que se siente racialmente ambigua ¡tiene el reto de construir una identidad al margen de conceptos raciales!, ¡tiene la obligación de ir más allá del mero encasillamiento social, debe ir más lejos e indagar en su cultura e idiosincrasia heredada.

En América, a partir del siglo XVI, los colonizadores establecieron las normas para de distinguir entre blancos y el resto de las personas. Se empezó por distinguir entre el blanco europeo colonizador o conquistador y el resto de los naturales. Unas personas eran el ideal de persona humana “blanco y cristiano”, el resto simplemente no. Los conquistadores españoles clasificaron a las personas como españoles peninsulares, criollos, mestizos, mulatos, indios, negros y las categorías derivadas del mestizaje. Al norte del continente ingleses y franceses, hablaban de “rescatar a los aborígenes” … (racismo caritativo) que llevó casi al exterminio de los pueblos originarios…

Nos acostumbramos a las clasificaciones raciales “legales” y con el tiempo, “lo blanco” fue lo ideal y lo diferente necesitaba ser etiquetado y/o blanqueado.  Hoy en día, el racismo tiene su base en una legalidad histórica aceptada. Mientras tanto, los “racialmente ambiguos” buscan un lugar en la sociedad, un hecho recurrente en cualquier comunidad minoritaria.

Es una obligación social colectiva superar esta práctica cómoda y retrógrada de clasificar a las personas como si fuesen animales con más o menos pedigrí. Las personas deben de ser tratadas con dignidad, se deben respetados materialmente sus derechos humanos. La segregación racial solo interesa a aquellos que le temen a la diversidad y tienen pánico a perder el poder histórico de etiquetar al otro.

Al final, la genética y las corrientes antropológicas modernas nos dicen que las razas no existen, ni biológica ni científicamente. Todos pertenecemos al mismo mar genético, y, si de “raza” hablamos, la “raza humana” es una.

Sufrir de ambigüedad racial es un problema para el que observa y el observado, las personas somos más que etiquetas. ¡No debemos tolerar las clasificaciones legales racistas! Hay que ir en busca de la identidad étnica y cultural. Las clasificaciones raciales hay que dejarlas para los animales… las personas merecemos más respeto en nuestra dignidad.

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