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sábado, abril 27, 2024

El mundo al revés

“Hoy en día, ya la gente no respeta nada. Antes, poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley… La corrupción campea en la vida americana de nuestros días. Donde no se obedece otra ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas”.

Leyendo tales declaraciones, cualquiera podría pensar que quién las dio era un ciudadano virtuoso o un buen samaritano, pero no, fue el jefe del crimen organizado en Chicago, Al Capone, al periodista Cornelius Vanderbilt Jr., en entrevista publicada en la revista Liberty, el 17 de octubre de 1931, unos días antes de que el gánster fuera preso.

Me topé con esas frases mientras buscaba soporte o sustento para mi opinión cerebral de este jueves, convencido que el país funciona al revés o patas arriba porque aquí, igual que en otras partes, las cosas se hacen, se dicen o están “patas arriba”.

Y es que ni se acababa de enfriar la silla en la cual el mandatario narco escuchó su condena en New York, cuando, casi irracional, la madre de sus hijos amenazaba con repetir las andanzas políticas de su marido y buscaría la Presidencia. Y cumplió su advertencia.

Gente así, además de valiente, desfachatada o loca, mete mucho miedo, son temerarios, y más cuando, al igual que su cónyuge preso, advierte que ella sabe lo que hay que hacer en el gobierno. Eso lo sabemos todos, se hartaron el país y lo dejaron en los huesos.

No había terminado de recuperar la tranquilidad, cuando vi en las redes sociales al enojón y dicharachero alcalde sampedrano hablando sandeces o babosadas que ponían en entredicho su sensatez o cordura.

Serio, aparentemente sacado de onda, o quizás en una faceta de comediante que no le conocíamos, respondía a quienes supuestamente le preguntan por qué siempre anda el pelo parado.

Dijo que es porque hace un año le pidió a su esposa un champú con extracto arbolario pero ella se confundió y le compró el jabón líquido con extracto de viagra y por eso anda su cabellera craneal templada.

Los cuestionamientos de quienes lo quieren y lo adversan fueron abundantes e inmediatos, buenos y malos, positivos y negativos… para todos los gustos, y si quería llamar la atención, lo logró.

Esos dos hechos concitaron mi atención y muy a propósito recordé los ‘80 y al vecino panzón dueño de bus que, en su unidad amarilla había pegado una calcomanía, repetida en otros buses y en otras carreteras, y en las que se leía: “Si su nariz le suda y los pies le huelen, es que nació patas arriba”. Toda una sentencia campirana.

Esos hechos me animan a sostener que aquí la sensatez y la cordura, si existen, escasean, y así, lo normal, por demás subjetivo según la interpretación de cada quien, ya no está porque se fue.

Creo que la gobernanza, aunque sea de un pueblito, debe ser para gente seria, sensata, respetable y respetuosa, y más aún cuando de manejar recursos públicos se trata.

Pienso que, por diferentes causas o circunstancias, entre gobernantes y gobernados ya hemos tenido y hay muchos orates, demasiados locos que pululan y deambulan en cualquier parte, algunos lo son por insalubridad mental otros porque se mariguanean o esnifan cocaína, y por eso el resultado de lo que dicen o hacen no siempre es bueno.

Pasa con mucho conductor de buses o camioneros agotados por extenuantes jornadas laborales o “mamados” cerebrales con guaro o drogas para aguantarlas y quienes en un pestañazo provocan tragedias en las carreteras, matan gente y consecuentemente enlutan familias.

Ocurre con otros dementes o lunáticos que, con violencia reaccionan disparando y mandando al más allá o al más acá a gente que les pitó, porque se les atravesó en el carril o simplemente salvajes que matan por placer.

Como los animales, los bípedos que hablan, que, cegados por los celos o por otra razón, masacran a sus parejas y madres de sus hijos, simplemente porque quieren y pueden.

Además, hay demasiados desquiciados o pendejos enajenados por el sexo, las drogas y el reguetón cuyos representantes son vistos por muchos jóvenes como sus ídolos, profetas de valores lanzados a la letrina.

Definitivamente eso no es normal, eso es cosa de locos, indicativo de que hay tantos anormales que ven la cosas o al mundo al revés o patas arriba.

Así, lo visualizó el renombrado escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro “Patas arriba la escuela del mundo al revés”. Es un libro en el que demuestra que el mundo está ilógico y que el comportamiento de la gente no sigue la lógica humana y tampoco la animal, pues se premia al malo y castiga al bueno y los que deberían hacer algo hacen lo contrario, lo valioso se minusvalora y lo absurdo se adora.

El libro (publicado en 1998), según los críticos, es una guía de las barbaridades que el género humano es capaz de cometer. Es una guía para aprender a mantener el «mundo al revés».

Prueba de eso es el siguiente fragmento: “Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”.

“Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”.

Sin duda el mundo está patas arriba y muchas cosas funcionan al revés… pronto, algunos por necesidad ya lo hacen, y los demás, por el puritito gusto, comeremos con los pies.

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