20.8 C
Honduras
lunes, abril 29, 2024

El deber frente a la corrupción

“Somos un país corrupto”, “tenemos una administración pública corrupta”, “la clase empresarial es corrupta”, “la Iglesia es corrupta”, “los equipos de fútbol son corruptos”, etc… son frases repetitivas hasta la saciedad en todas partes; da igual si usted está en Europa o América, este tipo de afirmaciones y conversaciones en torno a estos temas son habituales. Para los que nos interesa la lucha contra la corrupción no es un tema más, es el tema.

Los países más corruptos del mundo tienen una serie de características comunes: en primer lugar, un sistema democrático frágil o inexistente, un sistema judicial inoperante y politizado y una administración pública disfuncional; todo esto aderezado con desidia, mala gana, incapacidad, dejadez, avaricia y desprecio por los demás, de muchos ciudadanos frente a la corrupción.

Por lo general, en las “sociedades altamente corruptas” la cosa pública es administrada como una finca de cerdos, en donde el granjero obtiene los “beneficios” de los trabajadores que cuidan de la finca; son complacientes, bondadosos y cómplices de las ocurrencias de su patrón.  Todo funciona al antojo del dueño de la finca y todo lo que se produce alrededor huele a chiquero.

En estas sociedades corruptas, generalmente, lo público está al servicio de lo privado y lo público a servicio de una “casta”, la sociedad está entendida y manejada desde el beneficio personal por encima de lo colectivo…  están claros los objetivos sobre “lo que se puede afanar”, “qué beneficio se puede sacar”, “qué comisión se cobrará”, y así podemos seguir y seguir… lo que está claro es que el beneficio personal manda.

La corrupción es consustancial al sistema, jamás desaparecerá y basta pocos ejemplos para ver cómo la mayor parte de la gente se beneficia impunemente de la corrupción.

Recientemente, el presidente de Argentina, Javier Milei, ha elegido a su hermana como asesora en el gabinete de Gobierno, para lo cual, tuvo que modificar una ley contra el nepotismo y darle entrada a su pariente a pesar de que una norma lo prohibía taxativamente. Imagine usted por un momento que, empezamos a jugar al fútbol y en un momento determinado, cuando algo no me conviene, cambio las reglas del juego… Todo político que dice luchar contra la corrupción miente, ellos no pueden luchar contra la corrupción, son parte del problema, no la solución, es falaz la lucha contra la corrupción utilizando una visión partidaria de la misma a cada cambio de gobierno; si la sociedad no está representada mala cosa.

El profesor de Harvard, Mark Wolf, advierte que existe una “gran corrupción” y que es el abuso de un cargo público para beneficio privado por parte de los líderes de una nación… En Latinoamérica los sistemas democráticos están podridos, hay un problema cultural y moral, en todo esto, los políticos no están en condiciones de auto regularse. “La gran corrupción es costosa en términos económicos y sociales; todo está por hacer…”

Vivimos en sociedades moralmente corruptas, sistemáticamente sinvergüenzas, que viven de forma permanente en la ilegalidad. Una verdadera lucha contra la corrupción necesita de medidas radicales al margen de los intereses políticos de turno.

La cultura política imperante nos lleva a preguntarnos ¿qué pasa con los ciudadanos?, ¿cuál es su rol en todo esto?,  y ¿qué capacidad de lucha tiene el ciudadano contra la corrupción? Pues bien, vamos por partes: el ciudadano común se mueve habitualmente entre tres estados: 1) Estado de lucha contra el sistema corrupto donde no puede hacer mucho por la estructura misma del sistema. 2)  Estado de frustración, porque no ve respuesta positiva por parte de aquellos que luchan contra la corrupción y vive resignado. 3) Estado de complacencia, admiración, anuencia y lealtad con aquellas personas que forman parte del sistema corrupto, y espera pacientemente la hora de obtener un “beneficio” privado.

Pensando un poco más, si, todos los ciudadanos tenemos derechos, libertades y obligaciones ¿por qué nunca hablamos de las obligaciones ciudadanas contra la corrupción? Éstas se encuentran recogidas en instrumentos internacionales como la declaración americana de los derechos y deberes del hombre y en la mayoría de las legislaciones del área. Un primer deber es, el de respetar las normas constitucionales, otro es, no obedecer órdenes, leyes y mandatos ilegales emanados de terceros y uno de naturaleza penal que me resulta importantísimo es denunciar la comisión de los delitos…

En ese sentido, si el ciudadano es el garante del respeto a las normas, si el ciudadano tiene la obligación de respetar y demandar respeto del ordenamiento jurídico y, además, el deber de denunciar la comisión de delitos… ¿por qué estamos tan mal entonces?, ¿por qué que la corrupción pública es tan escandalosa?, ¿por qué tanto silencio y complicidad de aquellos obligados a respetar las leyes?, ¿dónde nos perdimos?

Creo que las respuestas a estas preguntas van en este sentido:  estamos mal porque la ciudadanía en general es moralmente corrupta, la mayoría de las personas toleran, vitorean, aplauden al “listo de turno” o se hacen de la vista gorda frente a la corrupción.  También muchos ciudadanos esperan los beneficios del sistema en algún momento de su vida y no denuncian porque el sistema “es así” y no hay nada que hacer.

Finalmente, creo que nos perdimos en las lecciones de civismo, ética y justicia o a lo mejor hay alguien interesado en que usted desconozca estas enseñanzas como las enseñaron los clásicos. Anticorrupción y valores, van de la mano.

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: