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jueves, mayo 16, 2024

El aguacero del quince

Nombre, si llovió de todo compa, hasta yo me gané un guamazo por andar de metido. Estábamos allí esperando, viendo entre repuntes de tambores y señoritas ágiles con sus bastones al aire, cuando apareció el señorón, con toda su comitiva, al principio entraron muy seguros, muy solemnes, seguros pues, supongo del amor de nosotros. Pero ¿sabe?, no es lo mismo verla venir que platicar con ella, creo que como a otro montón antes que él, un montón de aduladores, solo pensando en su tripa y su bolsa, le deben de haber endulzado el panorama, susurrándole almíbar en sus oídos creo, que es el prócer del pueblo, que es el hombre que todos esperamos, que él es el que manda y, qué se yo, qué sarta de barbaridades, tantas supongo, que él solito se engaña. Bueno eso creo yo, conste, o tal vez lo sabe y le vale chancleta, la cosa es que por ignorancia o por orgullo, el hombre llegó y el pueblo le contestó cómo opina. Es que el pueblo es cosa seria, el hambre, el miedo y la angustia pasó factura, allí se vio clarito que no se perdona, que no se olvida, lo que se vivió allí es precisamente lo que sentimos, la rabia que nos corroe, la decepción que tenemos. Yo estaba allí compa, no le digo que hasta me gané mi sopapo por baboso, si le hubiese visto la cara al señorón, como si no entendiera qué pasaba y viera a los otros corriendo como conejos despavoridos, allí no fue el partido contrario el que brincó, fue la gente de aquí y de allá, porque varios aplaudieron al ver en la tele eso. Yo que fuera él, pensaría seriamente lo que le pasó, pensaría en los errores, porque uno cosecha lo que siembra y ahorita como que está buena la flota de alacranes, se dijo carcajeándose. Es más, la doña debería pensar seriamente lo que le pasó al señorón, ya días que viene errando el rumbo y ya se empiezan a ver cómo se lo descansará la cosa, esos silbidos y bolsas de agua no solo fueron para su pareja y su gente, que entraron todos orgullosos y salieron correteados y mojados, de agua, espero, también fue para ella, como cuando uno le dice a Pedro para que entienda Juan, pues.

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