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sábado, abril 27, 2024

E-EVOLUCIÓN:Construyendo utopías o distopías en el 2023

En el mundo se puede creer en utopías o en todo lo contrario, en distopías. Cuando finaliza un año e inicia otro, podemos ver las tendencias en las redes sociales, la mayoría apuntan a un mejor año, a un mundo mejor, a tener nuevos proyectos o terminar los del año anterior.  El común denominador de los saludos es un mejor futuro, lleno de salud, dicha y prosperidad. Esas palabras circulan en todos los idiomas: Bonne Année (francés), Happy New Year! (inglés) Buon anno! (italiano), Feliz Ano Novo! (portugués) Godt Nytår (danés) y en muchos idiomas más.

Quizás vemos la opción de un futuro mejor porque nosotros usamos lentes graduados de optimismo para examinar el estado de las cosas, nuestro subconsciente quiere aferrarse a la esperanza, a construir proyectos que generalmente benefician a nuestro círculo familiar más inmediato y a las amistades más cercanas, quizás sin tanta transcendencia para el bien común de la sociedad en que vivimos, pero que al final suman a la construcción de una utopía que apunta al bienestar común, a cambiar el ‘status quo’ conservador, que solo vela por mezquinos intereses.

Las utopías nos inspiran, pero no siempre nos preparan para cambiar la realidad, no nos señalan el camino a seguir, aferrarnos a una utopía sin reconocer que el contexto en el que fue creada ya no existe o se ha transformado, ya sea por avances tecnológicos, sociales, políticos, ambientales y hasta legales, es sin sentido, porque pueden congelar en el tiempo ideologías o pensamientos que solo aportan a discursos vacíos y obsoletos. No aportan en nada a un mundo mejor.

Si usted ha llegado a leer hasta aquí, es porque le intriga las utopías, pero quizás usted esté interesado en conocer más acerca de las distopías. ¿Qué aportan? ¿Tiene algo de negativo aferrarse a una distopía? Veamos que nos dice la RAE sobre la palabra distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”

Se imagina haber vivido en el año 1949 y leer una obra literaria titulada 1984, escrita por el autor George Orwell, una novela de ficción considerada por los críticos como distópica y política. Orwell la escribió cuando no existía el Internet, ni todos los avances tecnológicos que ahora conocemos.

Orwell visualizó un mundo altamente tecnológico, con “telepantallas” que adoctrinaban y al mismo tiempo vigilaban a cada ciudadano. Menciona un “versificator”, una especie de máquina de escribir capaz de producir música y literatura por sí sola, pero siguiendo los cánones del partido. Presenta la Policía del Pensamiento, sociedades fuertemente controladas, donde el “Gran Hermano” omnipresente, en una sociedad que rinde culto a la personalidad, el sueño de los regímenes totalitarios.

En la sociedad que imaginó Orwell nadie está seguro, podría ser delatado por su propia familia o amigos, por no estar de acuerdo con el gobierno dictatorial, no hay libertad de expresión, el poder se ejerce con el control absoluto de los ciudadanos que son vigilados por medio de la tecnología. Aún el lenguaje es modificado, con la neolengua, ya no existe lo malo sino lo “nobueno” y así por el estilo.

La sociedad orweliana es bastante intimidante, representa de manera directa y cruda los que controlan y los contralados, la tecnología abiertamente al servicio de un sistema político opresor. No hay lugar para las diferencias de pensamiento.

En la realidad actual, es más complicado darnos cuenta de qué manera nos controlan, especialmente en las sociedades democráticas y donde todavía la libertad de expresión se respeta. Vivimos en un mundo hipertecnológico y la vigilancia es masiva, aseguran expertos en ciberseguridad.

Los rastreadores de terceros, generalmente son utilizados por empresas que desean vender sus productos o servicios. Por eso, cuando se hace una búsqueda para comprar algo, rápidamente se reciben muchas otras ofertas. Hasta ahora, muchos usuarios comprenden que las conocidas “cookies” nos hacen vulnerables en cuanto a nuestra la privacidad. El espionaje es más fácil en las redes sociales, las que tanto nos entretienen e informan.

Los avances tecnológicos son inminentes, depende de la humanidad si las sociedades se transforman de acuerdo con una utopía o a una distopía como la propuesta por Orwell. El camino que se tome, puede significar que prevalezca la esperanza o la desesperanza en el mundo.

Mirna Isabel Rivera
[email protected]

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