Mirna Isabel Rivera
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Para la mayoría de la población hondureña resulta inaccesible la educación superior, todavía es un privilegio para un grupo reducido. A pesar de que existe la universidad pública, que es prácticamente gratuita, la mayoría de los estudiantes graduados de educación secundaria que provienen de hogares de bajos ingresos, aunque lo deseen, no pueden darse esa oportunidad, primero necesitan conseguir un empleo para llenar sus necesidades básicas y si les alcanza se pueden permitir pagar sus gastos universitarios.
El reto de la educación superior en cuanto a la cobertura es grande. Si bien es cierto hace 30 años menos del 3% tenía acceso a la educación universitaria y actualmente se estima que alrededor del 17% de la población está inscrita en el sistema público o privado (ASJ, 2022), hay mucho por hacer en este sentido.
Solo 17 de cada 100 hondureños son los afortunados, algunos porque su familia los apoya en todo sentido, pero existe una gran mayoría que para sostener sus estudios deben trabajar en actividades ajenas a las carreras que están cursando. Un reducido grupo cuenta con una beca parcial o total para sufragar sus estudios. Sin embargo, el reto no solo es llegar a la universidad sino culminar exitosamente, pero menos de la mitad se gradúan y alrededor del 50% abandonan sus estudios (Presencia Universitaria, 2022). Estas cifras deben analizarse desde la academia para buscar las principales causas de esta situación y tratar de crear el ambiente adecuado para retenerlos.
La educación superior cumple funciones muy importantes para el desarrollo de un país, a nivel macro busca fomentar la investigación científica, brindar soluciones a problemas estructurales que atraviesa la nación y el mundo, también promueven la innovación. La academia debe estar a la vanguardia y brindar a los estudiantes el conocimiento que les permita estar listos para emprender o desarrollarse profesionalmente en una empresa.
La educación universitaria en nuestro país es rectorada por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Decreto Nº 131, 1982). Hay alrededor 21 instituciones de educación superior, 6 son públicas y el resto es privado. En Honduras hace falta una política que conecte a las universidades con el sistema educativo secundario y primario, es necesario incentivar desde la niñez para que los estudiantes tengan como meta asistir a la universidad, ya sea para estudiar una carrera a nivel técnico, licenciatura o ingeniería.
Una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es “asegurar el acceso, en condiciones de igualdad para todos los hombres y las mujeres, a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria”. En Honduras estamos lejos de alcanzar este objetivo global, pero se debe continuar fortaleciendo la oferta académica tomando en cuenta la empleabilidad. Las carreras deben responder a las necesidades del mercado existente en el país, sin dejar de ver las tendencias a nivel regional y global. En un mundo interconectado por el Internet, los egresados universitarios deben estar listos para trabajar en cualquier parte del mundo, de modo que los contenidos deben estar actualizados.
La educación universitaria debe ser más accesible, la situación socioeconómica que afecta a la mayoría de la población está minando las oportunidades de alcanzar la movilidad social ascendente mediante la preparación académica. La educación es una inversión a largo plazo, un esfuerzo que merece la pena, por algo los países, entre más desarrollados, ofrecen más cobertura y calidad educativa a la población.
