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viernes, mayo 3, 2024

Desarrollo sostenible y RSE bases para la continuidad empresarial

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y el desarrollo sostenible son dos conceptos intrínsecamente vinculados, no se puede hablar de uno sin comprender el otro. Ambos tienen en común que buscan escenarios que sean un ganar-ganar, para la empresa y sus partes interesadas.

El desarrollo sostenible fue definido conceptualmente hasta en 1987, antes no se tenía un punto de partida sobre lo que era este tema, “el desarrollo sostenible como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. (“Nuestro futuro común” de 1987, Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo).

Cuando escucho a los padres o madres de familia preocupados por lo que le dejarán a sus hijos e hijas, nietos o nietas, me llama la atención saber si están realmente conscientes del planeta donde viven, lo ven desde una perspectiva individualista, pensando en el corto plazo, como si se viviera en una isla, no hay manera de proteger a las presentes y futuras generaciones sin una visión global.

Pero, protegerlas de qué, se preguntarán. Veamos algunos temas, con el ánimo de ilustrar, no de crear miedo, sino más bien de buscar soluciones, mientras se puedan encontrar. Si vive en un país como Honduras, la respuesta rápida es la inseguridad ciudadana, la criminalidad, la falta de empleo, la corrupción, entre otros. Si lo vemos a nivel de planeta, hay alrededor de 58 guerras activas en el globo, suena como una cifra fatal, sumado a la escasez de alimentos, entre otros factores que hacen la vida difícil a millones de seres humanos.

Los impactos al medioambiente advierten los expertos, provienen principalmente de los países más industrializados, por eso el señalamiento siempre se dirige a las grandes potencias económicas. La dinámica de estos sistemas económicos e ideológicos tradicionales que debe haber un ganar-perder, esto está ligado a la “ley del más fuerte”, uno gana otro pierde.

Entonces podrían pensar algunos, las empresas que aplican la responsabilidad social empresarial son menos competitivas, porque las depredadoras tienen todo a su favor. Aquí hacemos un alto y reflexionamos, acerca de la aplicación de la ley. En los países desarrollados, las legislaciones son fuertes y lo más importante es que se aplican, los sobornos o manipulación de la justicia es menos común. El reto más grande lo tienen las empresas que operan en países en desarrollo, que deben navegar un ambiente complejo, donde las reglas de juego no son claras para todos.

A pesar de este contexto, tan complicado encontramos empresas que hacen la diferencia. En Honduras hay más de 100 que están trabajando de manera sistemática y estratégica para aplicar la ISO 26000 de responsabilidad social, estos criterios están plasmados en indicadores y en los reportes de sostenibilidad. Estas empresas forman parte de la Fundación Hondureña de Responsabilidad Social Empresarial (Fundahrse), una organización que promueve principios y valores, pero además les brinda acompañamiento y orientación a las empresas.

Las universidades deben potenciar programas educativos que inculquen la RSE, actualmente la Universidad Tecnológica Centroamericana (Unitec), tiene en su propuesta una maestría sobre RSE y en todos sus programas incluye el tema de manera transversal, esto implica preparar a los futuros tomadores de decisiones y ejecutores para que apliquen estos aspectos, contribuyendo así al desarrollo sostenible a largo plazo.

Hay una frase que siempre me gusta recordar, porque es fácil de visualizar y nos ayuda a comprender el significado de la RSE y el desarrollo sostenible: “No hay empresas exitosas en sociedades fracasadas”, frase a atribuida al empresario y filántropo suizo, Stephan Schmidheiny, considerado pionero de estos conceptos y su aplicación en Latinoamérica.

Para que el empresariado transcienda debe ver más allá de amasar fortunas y fomentar la disparidad, se requiere que sean parte de la solución a los problemas que son creados por sus mismas organizaciones e ir más allá, ser una brújula que conduzca al desarrollo sostenible, que implica disminuir las grandes brechas de desigualdad y la falta o escasa oportunidad de movilidad social por medio de la meritocracia.

Los seres humanos somos perfectibles, jamás seremos perfectos, pero podemos hacer la diferencia con acciones y prácticas de mejora continua, primero a lo interno de nuestras organizaciones y en segundo lugar, pero con igual importancia, con las partes interesadas. De no ser así, hasta las empresas más sólidas tendrán que salir del mercado, si el contexto político, social, ecológico y económico fracasan.

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