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Honduras
miércoles, noviembre 6, 2024

Cuando el salario mínimo y el precio de la canasta básica no cuadran

El salario mínimo mensual en Honduras oscila entre L.8,134.08 y L.10,080.87 aproximadamente $406.50 dólares, dependiendo el tamaño de la empresa, mientras que el precio de la canasta básica oscila en L.12,045.90 ($485.91). El 59 por ciento de la población vive en la pobreza y más del 32 por ciento en pobreza extrema, la población de Honduras es de aproximadamente en 10 millones de habitantes. Ante esta realidad económica y social desafiante, surge la pregunta lógica que debería hacerse cualquier gobernante, funcionario o tomador de decisiones: ¿cómo está haciendo la población hondureña para sobrevivir?

Más allá de datos fríos e impersonales, la realidad cotidiana está marcada por la lucha diaria de millones de familias. Sumado a esto, la pobreza tiene rostro femenino, en nuestro país, muchas son madres desde los 10 años, han sido abusadas, violadas y abandonadas a su suerte. Es bonito sentirse orgulloso de Honduras cuando la selección de fútbol gana o algún científico brilla, pero para las personas conscientes de la realidad social que enfrenta nuestro país, es imposible desconocer el drama y la desesperanza enraizada en la sociedad. Con los datos expuestos anteriormente se puede inferir que solo un 10 % de la población tiene acceso a una vida digna.

Hasta junio del año 2022, según la Dirección General de Salarios, alimentar a una persona oscilaba en 2,003.55 lempiras mensuales, tomando estos datos del año pasado es fácil tener una idea de cuánto cuesta alimentar a una familia integrada por dos adultos y tres menores de edad, donde solo una persona trabaja ganando el salario mínimo. Esto sin pensar en otros aspectos, como vivienda, educación, salud, recreación y vestimenta.

En medio de esta situación, la adaptación a un nivel de vida más bajo se convierte en la norma para la mayoría de ciudadanos. La reducción de gastos no esenciales, el apoyo mutuo entre familiares, las remesas que envían los hondureños que han emigrado en situación irregular, pero que no se olvidan de ayudar a sus familiares que viven en situaciones precarias.  Según datos del Banco Central de Honduras (BCH) el 70 % de las remesas provienen de los Estados Unidos, donde residen más de un millón de hondureños y este dinero es utilizado por el 85 % de los receptores para alimentación, educación y salud.

Es esencial que las políticas gubernamentales y las decisiones de alto nivel no solo reconozcan esta realidad, sino que también aborden de manera efectiva las desigualdades sistémicas que la perpetúan. La revisión y ajuste de los salarios mínimos, políticas específicas de inclusión social y de género, así como inversiones en educación y capacitación, son pasos cruciales para construir un futuro más equitativo y sostenible.

La otra pregunta lógica que la ciudadanía haría a sus gobernantes es ¿qué están haciendo los del gobierno del socialismo democrático para solventar en el corto y mediano plazo la desproporción en el costo de la canasta básica y los ingresos de los hondureños? Es crucial fomentar la colaboración entre el gobierno, la empresa privada socialmente responsable y la sociedad civil. La creación de más fuentes de empleo en el sector privado no solo aliviará la presión sobre los salarios mínimos, sino que también impulsará la economía a nivel comunitario. Se deben establecer políticas que fomenten la apertura de nuevas empresas y la expansión de las existentes, generando así oportunidades laborales sostenibles.

El legado de este gobierno debe centrarse en políticas y acciones concretas que abordan las necesidades fundamentales de la población, como el acceso a alimentos y servicios de salud, los 365 días del año, mientras los programas de mediano y largo plazo dan los resultados sostenibles. Es importante promocionar la agricultura local y estrategias para garantizar la seguridad alimentaria.

Un enfoque centrado en el bienestar de la población, especialmente en tiempos de crisis económica y social, contribuirá significativamente que este gobierno deje un legado positivo y sea recordado por su capacidad para proteger a la población de la hambruna y por garantizar el acceso a servicios de salud básicos, sentando así las bases para un futuro más próspero y equitativo.

“… Danos hoy el pan nuestro de cada día…”

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