Probablemente, haya pasado desapercibido, pero recién este domingo se conmemoró el Día Internacional del Hombre. Sí, ¡tenemos nuestro propio día! Y fuera de las bromas y todo lo que se dice al respecto, cualquiera sea el caso, el día se celebró y nos lleva a algunas reflexiones sobre esta interesante fecha: ¿qué es un hombre?
Más allá del aspecto físico o los cromosomas, la adultez del hombre es algo importante y significativo para la sociedad, cuyo rol, de cumplirse, debe ser inculcado de generación en generación. Hablo de roles, pues muchos reclamos por parte de la mujer vienen ante cosas que no cumplimos.
En la antigüedad, los mismos padres tomaban sus hijos y entre los 12 y 14 años les decían “hijo, usted ya es un hombre” y comenzaban tal cual mentor a traspasarle sus conocimientos y experiencias del porqué actuaba de tal manera, sobre todo si se tenía un negocio familiar, o algún oficio específico que por generaciones se practica.
Para mí, resumiría la adultez del hombre como un líder, que es lo que todos deberíamos aprender ser. Desarrollar nuestra influencia y liderazgo donde quiera que estemos. Un hombre debe ser mentor, proveedor, padre, y si ya tiene su familia, debe liderar su hogar. Liderar con el buen ejemplo desde luego.
Un hombre debe ser sembrador de valores, y debe ser portador de ellos. Pues son esos valores los que generan la confianza para que las personas decidan seguir su ejemplo. Nuestra Honduras ha sido tierra de buenos hombres, ilustres, caballeros, ejemplos. Pero estamos conscientes que también hay hombres que no han sabido honrar ese título.
Ilustres deportistas, profesores, científicos, profesionales, hombres de todo tipo, pero de mucha calidad, que cada vez los hay menos, para poder moldear a otros con el ejemplo. El hombre, el verdadero hombre, siempre tendrá un propósito en la vida. Un objetivo que cumplir y como alguien me dijo en días recientes “y el hombre que no persigue sus sueños, es porque es un cobarde”.
He tenido la dicha de conocer y ser instruido por muchísimos hombres de bien, mi padre, uno de ellos, pero también maestros, militares, colegas, pastores y mucha gente que estoy seguro no los ha de conocer pues prefieren su anonimato para influenciar a muchas personas.
Hoy a aquellos hombres, que trabajan de sol a sol para mantener y educar sus familias de manera honrada, hombre, ¡los felicito!, no es fácil serlo, y les prometo que sí hay mujeres que nos admiran, nos aman y nos respetan por ese esfuerzo decidido que hacemos. ¡Hay que seguirlo haciendo! Y más admiro a los hombres que son respetuosos de Dios. Y procuran ser ejemplo. ¡Vaya desafío!
Aunque no haya tantos almuerzos, convenciones o pasteles para celebrar el Día del Hombre, mucho de ello es porque así lo hemos querido, los hombres somos toscos, nos cuesta expresar las emociones y muchas veces enojones e insensibles, pedimos disculpas por ello. ¡Pero sepan que el corazón de un verdadero hombre, será siempre su familia! Si usted tiene como pareja o conoce un hombre así, ¡felicítelo! Les prometemos que somos mucho más que fútbol y asados, genuinamente deseamos conquistar lo mejor para nuestras gentes.
A las nuevas generaciones, es ese el desafío. Convertirse en hombres de verdad, no machos, no falsos, hombres que no le tiemble su ser a la hora de tomar decisiones difíciles, y sacrificarse por los seres que ama, que saben son su responsabilidad.
Y si aún más quiere felicitarnos, no somos complicados, una buena comida y un poco de cariñitos, de admiración y un par de gracias ¡nos harán el día!
