22.9 C
Honduras
miércoles, abril 24, 2024

CUADRANDO EL CÍRCULO: Vivir quiere huevos, morir también

Desde que se fueron a las nubes, la familia toda pasa a diario esperando que deje caer aunque sea uno para comérselo. A todas horas vigilan, cual estatua morazánica en permanente vigilia, a la única gallina del corral vacío que,  ante la calamidad en que viven se ha salvado, pues no se la han comido porque desde que los precios subieron ahora expulsa “huevos de oro”.

Como ellos, pero no tan expectantes, a diario amas de casa en tiendas o mercados, con un micrófono en frente se encabritan o encabronan y denuncian que vivir es invivible por el elevado costo de la vida siempre en alza.

Lamentan, mientras exprimen sus escuálidos bolsillos, que los precios de todo va para arriba y comer es más raro y ralo porque hasta los huevos ya no aterrizan, pues les pusieron alas y alzaron vuelo al cielo inflacionario.

“Quiere güevos la vida” refunfuñan incrédulas ante los argumentos de los malabaristas de la demagogia que, otra vez anuncian controles de precios y otras vainas que no controlan nada y en su lugar descontrolan todo.

Así, hasta amar resulta caro, dice una amiga que asegura estar enamorada, y parece que, pues pocos meses después de conocerlo dormitan juntos, aunque pobres y sin trabajo, flechazos por Cupido. Quizá por eso del desempleo es que resignada, aunque sonriente, se queja que el 14 de febrero, día de los enamorados, la única rosa que quizá vea sea “la Rosa de Guadalupe”.

No solo vivir y regalar algo “al amor de la vida” resulta oneroso e insufrible, educarse igual, y leer y escribir resulta un lujo, si no que lo digan los padres de familia con los nervios crispados y las billeteras vacías por los elevados costos de los útiles escolares y las matrículas.

En tanto, en el canal de los muertos, todos los días y a todas horas sus vivos croan sobre todas las vidas que la muerte cercena.

Coincidencia o no, según la perspectiva de cada quien, la mayoría de esos difuntos son pobres, algunos buenas personas y trabajadores, pocas veces son criminales, ellos matan y algunos hasta a alcaldes y diputados llegan.

Esa es otra tragedia, la de los hondureños muertos por la criminalidad o la inseguridad, la falta de empleo, la carencia de salud y medicinas en los hospitales públicos en los cuales médicos y enfermedades buscan su sanidad financiera con plantones y huelgas exigiendo el pago de sueldos atrasados o incrementos, pues lo que ganan se les va como agua entre los dedos.

También por eso se muere la gente que no tiene ni para el bus que lo lleve a un nosocomio estatal y salvar la vida o la de algún pariente y, si llega, no hay medicinas ni quien lo atienda porque están en huelga o porque los colectivos aquellos sacaron al personal.

Es triste ver cotidianamente a parientes mendigar un cajón o ataúd para darles un terraje decente, todo porque si vivir ya casi es un lujo, morir resulta igual, pues la inflación como ánimas del purgatorio también se llevó al infierno de la inflación los precios hasta de las mortajas y las coronas.

Todo ese viacrucis económico, debe entenderse, es consecuencia principal de la crisis mundial derivada en parte por la pandemia de coronavirus que generó desempleo y que la producción y distribución de bienes y servicios no funcione bien y eso suscita escases. A eso hay que añadirle la guerra en Ucrania.

Analistas de la economía arguyen que al flexibilizar las medidas sanitarias y el comercio mundial empezó a restablecerse aparecieron retrasos en la producción y distribución mundial. Hubo congestión en muchos o casi todos los puertos del mundo y estas demoras representaron gastos extra para importadores y exportadores, aumentaron los fletes y, por ende, el precio de los productos.

Adicional, la reducción en la disponibilidad de dólares afecta directamente los precios de los productos que se consumen en el país, también a sectores de la economía y  ocasiona mucho menos inversión extranjera y la devaluación del lempira frente al dólar.

Tampoco se debe ignorar que para producir en muchos casos es obligatorio importar insumos, no solo maquinaria o herramientas, sino también pesticidas y productos químicos, e insumos para la producción de carne, pollo, huevos y productos lácteos o alimentos para animales.

En ese proceso,  los productores tienen obligaciones financieras a corto plazo, como el pago de empleados, servicios públicos, créditos y deudas, lo cual atienden subiendo los precios para mantener la rentabilidad de sus negocios.

Así, los economistas aducen que la crisis es una oportunidad para repensar la economía nacional porque la producción de alimentos no tiene la suficiente fortaleza como para que en estos vaivenes internacionales se pueda tener un colchón que amortigüe. En la economía actual es iluso pensar que un país puede estar cerrado al contexto internacional, pero sí es más posible pensar en condiciones para fortalecer las cadenas productivas en el interior del país.

No hay una solución milagrosa. Se necesitan medidas y políticas públicas para atender la situación a corto plazo, pero también otras en el futuro que fortalezcan la economía nacional, que generen convergencia de la empresa privada y productores con el Estado para satisfacer la demanda y generar condiciones que suavicen el impacto de la crisis internacional.

Y sí, altísimo está el costo de la vida y también sale cara la facturación por la muerte. Definitivamente para vivir así hacen falta huevos, aunque estén muy caros.

Herbert Rivera Cáceres
[email protected]

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: