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Honduras
viernes, mayo 17, 2024

Algo o alguien debe detener esto

A veces ni siquiera nos damos cuenta de los enormes esfuerzos y actos de heroísmo que ejecutan nuestros policías y militares, así como detectives, jueces y otras personas que se encargan de la seguridad ciudadana. Debemos ver eso y como pueblo ser agradecidos con ellos. Muy a pesar de esto, la inseguridad ya aparentemente ha recibido patente de corso para extraer vidas de hondureños de bien, de apartarlos de su camino eliminándolos y allí es donde descubrimos cuál es el eslabón más débil de la cadena: la investigación. Y no es porque no puedan, simplemente no se dan abasto debido a la vitamina de estas tropelías: la impunidad.

Ese es el círculo vicioso de la violencia que nos tiene con la cabeza agachada incluso cuando uno hace alto en cualquier semáforo, o quizá cuando se va montado en una bestia por nuestras campiñas. Se ha extendido como mantel de fiesta sobre la mesa de nuestra patria y ya se necesita un poco más de músculo para bajar esa fiebre existencial de país. Ya no importa ni sexo, ni edad ni ocupación del sentenciado, simplemente se ejecuta la orden y quienes cometen esas fechorías simplemente se alejan geográficamente y hasta allí queda todo. A las familias solo les queda el consuelo de dejar todo delante de la justicia de Dios, ya que la nuestra tiene mucho camino que recorrer para poder apretar, endureciendo de verdad las leyes, haciendo al Código Penal más intenso y que sean penas que  realmente rehabiliten respetando derechos humanos, pero que también aleccionen para que cada tropelía sea pensada dos veces y hasta tres veces, antes de cometerla.

Por ello es la insistencia, sobre todo en advertir al pueblo, sobre la elección de los magistrados y demás funcionarios del Poder Judicial. El pueblo se debe interesar en la trayectoria de cada aspirante a magistrado, de ver quiénes son, de dónde vienen y cuáles han sido sus aciertos e incluso sus tropiezos que, como todo ser humano, tienen derecho a tenerlos, pero, que no repercutan esos arrebatos en contra de los intereses del Estado de Honduras. Esto es más serio de lo que podemos imaginar, de allí emanará la justicia que es el puente para la paz social, para la prosperidad, para el desarrollo económico y la seguridad ciudadana, estamos refiriéndonos a la vida misma de los hondureños, del poder transitar libremente sin miedo a ser atacados por malhechores, de poder emprender un negocio sin temor a pagar extorsión. Así de grave y serio es el asunto que tiene en sus manos la Junta Nominadora.

Debemos ver ya hacia 2023 e incluso pensar en cómo estaremos en el 2024. Como pueblo debemos tener visión, ver más allá (es el significado de la expresión “Ultreya”, de los Cursillos de Cristiandad) y esperar lo mejor, pero también dando lo mejor que se pueda. Ya cuando estamos prácticamente en la recta final de este ejercicio temporal al que llamamos “año”, se debe ver este lapso como una lección para gobernantes y gobernados, sin caer en el juego de los prejuicios, sabiendo que no se ha logrado mayor cosa, que no se ha cumplido casi nada de lo que se prometió, pero tampoco como pueblo hemos cumplido con elegancia y buen comportamiento, y si seguimos así, simplemente desapareceremos como Estado, de eso ya se ha pronosticado algo.

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