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viernes, abril 19, 2024

¿Y si lo volvemos a pensar?

 “El ser humano es un animal racional, capaz de vencer sus instintos, cuando quiere, usando la razón”. Julcao.

Desde su aparición en el planeta Tierra, todos los seres vivos han venido luchando por sobrevivir; plantas y animales han tenido que aceptar el reto de superar a otras especies. Es la alternativa, perecer o prevalecer, no hay tercera vía.

Cuando, por evolución, el hombre hace su entrada en este mundo, se sabe inferior a los seres existentes. Muchos animales le superan a la hora de correr, tanto por velocidad como por resistencia; no cuenta con colmillos, garras, alas o fuerza, que le permitan vencer en un combate cuerpo a cuerpo.

Descubre que su ventaja competitiva, para imponerse al medio que lo rodea, es el GRUPO. Unido a sus congéneres, vence tanto a plantas como animales. Pero el grupo solo funciona cuando está ordenado, cuando cada individuo sabe el lugar que le corresponde por sus aptitudes, destrezas, habilidades y conocimientos, manteniéndose allí, pase lo que pase. El lugar no puede ser ocupado por asalto, engaño, robo o fuerza, porque esto debilita al grupo y la fuerza de cohesión se convierte es fuerza de desunión, de fraccionamiento en grupos antagónicos, que llevan al anquilosamiento o a la destrucción total.

Aristóteles comprobó la efectividad de una comunidad, cuando las funciones ejercidas por los individuos, compenetrados de la importancia de la posición que ocupan, no aspiran en ningún momento a cambiarla, y mucho menos reducir su cometido, en pro del bien común.

Estudiando los animales, admirado, tomó como modelo las colmenas de abejas. En la colmena cada individuo tiene una posición y función bien definida. Preside la colmena la abeja reina y madre. Es la única reproductora y por propia voluntad va engendrando y desarrollando a los diferentes tipos de abejas que conforman la colmena. Ella sabe cuándo debe gestar una nueva reina, sea por muerte o por dividir la colmena. La cría será alimentada con jalea real para mantener la especie. Ella decidirá también quiénes serán obreras, exploradoras, constructoras, guerreras, defensoras o machos, conocidos como zánganos.

Cada grupo cumple con la función que su nombre indica. Llegado el momento de la sucesión, la nueva reina, saldrá del panal, protegida por las guerreras y comenzará un baile nupcial, donde con ruidos especiales por el choque de sus alas, despertará en las gónadas de los zánganos la producción del semen y enardecidos por continuar con la vida, volarán tras la nueva reina. Solo el más fuerte y mejor dotado la alcanzará y ofrendará su vida al dejar su saco escrotal dentro de la nueva reina, para que pueda continuar la vida de la colmena y de la especie. Todos los demás morirán en el esfuerzo o serán destruidos. Ya no son necesarios.

Los países verdaderamente desarrollados, son aquellos que educan a sus ciudadanos a conocer la posición social que pueden ocupar según su capacidad y así puedan realizarse personalmente. La máxima realización es saber que aportan sus mejores esfuerzos en pro del bien común de toda la sociedad, lo que les asegura una prosperidad, personal y familiar, sostenida.

El camino de nuestra patria, por llegar a ser una verdadera sociedad humana, es largo, pero el tiempo, los cambios sociales a nivel mundial, la mejora en la calidad humana de sus ciudadanos, despiertan nuestras esperanzas de que un día nos uniremos al concierto de naciones civilizadas, donde cada hondureño ocupe el lugar que le corresponde, y haga realidad, dentro de un verdadero Estado de Derecho, el imperio del bien común.

Será que SI LO VOLVEMOS A PENSAR y ocupamos el lugar que nos corresponde como ciudadanos que no roban, no mienten y trabajan honradamente, podemos comenzar a construir una gran nación.

Julio C. Aguilar
Máster

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