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sábado, mayo 18, 2024

Una mosca en la mesa

Viera qué pasada; ayer, mi compa Chencho, se palideó todo, como pudimos, lo cargamos a un hospital privado, de esos cariñosos, que le cobran por entrar, pero estaba cerca y aquel se moría. Lo atendieron de volada, eso sí, y nos explicaron que si no entraba a una sala especial se moría y que era caro y fíjese que nosotros ni sabíamos si podíamos ajustar lo gastado. La cosa fue que tuvimos que llevarlo grave y todo, resollando por su vida al centro médico de nosotros, el que nos toca. Fue triste la verdad, al ver la diferencia, de un centro que lo tiene todo a otro en donde nos tocó esperar en el pasillo, acostado en el tapete en que lo llevamos, esperando que se desocupara una camilla y ver si lo atendían.

¿Sabe? La agonía del compa, no solo fue su ahogo, su morir lento, en un centro lleno de otros iguales, esperando una esperanza y muriéndose quedito, tampoco fue la atención, allí los médicos y enfermeros hacen lo que pueden, pero es que no hay…

La agonía también fue mía, fíjese, le explico, uno de pobre, está acostumbrado a sufrir, no debería ser así, pero ya ve. Pero lo que vi ayer me hizo pensar, cuando usted llegó donde la pusimos, es cierto, nosotros la pusimos, no fue el jefe de campaña, no fue su marido y menos sus allegados, fuimos nosotros ¿sabe?, Con la esperanza que usted y solo usted hiciera o por lo menos empezara un cambio, que me acuerde nadie votó por su esposo, nadie votó por su cuñado o por su familia, votamos por usted, por ser usted y por ser mujer.

Teníamos todos la idea de mejorar, de dejar de sufrir. ¡Pero mírenos ahorita! Cientos o miles muriendo en los hospitales, porque no hay nada, miles con chirriazón de tripas porque no hay trabajo ¿y qué hace usted?, una marcha inmensa y cara, supongo, porque jalar y darle de comer a tantos no es barato, una marcha partidaria por un partido que ya no es el suyo, de verdad le hablo en serio, desde el momento que usted se sentó donde se sienta, se quitó la bandera roja y negra y se puso la bandera azul turquesa, con estrellitas como les gusta también, pero azules.

Sí doña, usted ya no es de ningún partido político, usted ahora es del país, que no solo hay de sus correligionarios, también hay de ideas diferentes. Así como mi compa se iba muriendo, con su vida y esperanza escurriéndose por el agujero del alma, así estamos nosotros, perdiendo la fe, perdiéndole el amor a usted y lo que puede hacer. Perdóneme que sea metido, pero hasta ahora da la idea que su esposo le comió el mandado y él no es por el que votamos, él es solo su esposo, su marido es cierto, muy macho y todo, pero nada más. La que manda es usted, aunque no lo entienda, porque si hubiésemos querido una mujer sojuzgada hubiéramos puesto a mi vecina Lupe, que la cachimbea el machista del marido casi a diario. No doña, la pusimos a usted, pero no para que estuviera quedita, no para que fuera la sombra de un sombrero y botas, la pusimos para que fuera la leona que nos guiara en este camino, de fundar una nueva patria, de ser mejores, pero hasta ahorita, solo a mi compa, muriéndose en un hospital que no tenía nada, he visto.

Mire doña, con todo respeto le pido que abra los ojos, que entienda, que usted tiene peso y es mayor que cualquier vozarrón, empiece a ser mujer, madre y lideresa, que nos sintamos orgullosos de haberla puesto allí, que nos sintamos hinchados de felicidad de ser comandados por una mujer del pueblo y para el pueblo, porque hasta ahora, pareciera otra cosa. Bueno ya hablé mucho, la verdad, tal vez la próxima sea menos mi dolor, tal vez la próxima sea nula mi frustración, tal vez la próxima me sienta orgulloso de llamarla mi lideresa.

Sepa usted disculparme, a veces el coraje lo hace hablar papadas a uno, pero del fondo de mi alma patriota le pido que abra los ojos y reaccione, que analice y cambie por nosotros, su pueblo que la tenemos allí, bote de un manotazo todo lo malo que hacen propios y extraños, dele viaje sin miedo, aunque se vayan cercanos y extraños, écheles carrera sin pensarlo, hágalo por nosotros que se lo pedimos, cabal como cuando uno ve una mosca en la mesa y con asco la ahuyenta, ¡así mero dele usted!

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