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sábado, mayo 18, 2024

Un título no necesariamente te hace mejor profesional

Me gusta trabajar con usted porque es un gran profesional. ¿A quién no le gusta que le digan frases como esa? Sin duda que a todos. Pero en esa carrera de competir frente a títulos, postgrados y doctorados, no podemos olvidar qué es lo que hace a un verdadero profesional.

Y mucho de ello pasa por sus habilidades blandas. Las habilidades duras a menudo se enumeran en la hoja de vida: Dominio de un idioma extranjero, título o certificado, habilidoso en lo digital, manejo de Excel y otros puntos que el puesto requiera.

Las blandas pasan por virtudes como la comunicación y escucha activa, que tanto liderazgo o que tanto pueda liderar grupos de trabajo, planificación y gestión de tiempo, la flexibilidad, orientación a resultados y su capacidad de negociación, por mencionar algunas. Tenemos serios problemas de comunicación hoy en día en las empresas, y mucho de ello puede detonarse por un malentendido, una instrucción que no se sepa dar, o bien, un mando que no sepa dar instrucciones a su gente.

Muchos de nosotros aseguramos que somos capaces de “Trabajar en equipo” Como si esto equivaliera a sentarse en un bus y simplemente ir con la gente que va en ello. Trabajar en equipo muchas veces es ceder, muchas veces es sacrificarse, y muchas veces ser firme en sus opiniones. Pero con la plena convicción que lo que se hace, suma al equipo.

Un gran profesional sabe gestionar su tiempo, ¡y el de los demás! Si es que tiene gente bajo su gestión o bien, se maneja con agendas que involucren a terceros. Hoy día nos cuesta hasta cumplir con los horarios de entradas en los trabajos. Sin que necesariamente se tenga que madrugar. Si ni mi tiempo puedo gestionar, ¿cómo pienso gestionar el de otros?

Muchas de estas habilidades blandas, en mi opinión, deberían comenzar a enseñarse desde el colegio. Porque son esenciales en el desarrollo profesional. La otra gran habilidad blanda es la flexibilidad.

A esta le llamo “capacidad de adaptarse a lo que sea”. Muchas personas se encaprichan en pequeñeces, que ni relevancia tienen para el trabajo en equipo. Cosas como “aquí me siento yo” o cosas profundas como “siempre lo hemos hecho de esta manera”, “usted me pone excusas”. Me dijo quien fuera gerente de una agencia en que trabajé: “Busca la manera, y si ocupas algo, lo pides o ve cómo lo resuelves”. La actitud de ser un gran solucionador pasa por nuestra flexibilidad a los problemas.

En verdad que he trabajado mucho en cambiar mi manera de pensar frente a los problemas, viéndolo bajo la óptica de que en cada problema hay una semilla de oportunidad, ¡y le aseguro que sí!, basta con la convicción que tengamos de ello.

Un solucionador es un tomador de decisiones. Y esta es una gran habilidad en la vida. ¡La gente indecisa, cómo cuesta! Más cuando hay niveles altos de estrés o situaciones complicadas.

¿Cómo desarrollo esas habilidades blandas? Entrenando. Es un proceso que toma tiempo, pues uno mismo va llegando a descubrir convicciones sobre el porqué desarrollar estas habilidades.

Pero sepa que, si lo logra ¡allí sí, será reconocido como un gran profesional! Una vez un experto de negocios me contaba que para una empresa buscó reclutar un amigo de confianza. Me contó que no era amigo de fiestas, ni celebraciones, pero lo conocía como profesional y sabía que era lo que la empresa necesitaba. Y ese es mi desafío. ¡Qué lindo que digan eso de uno! Que digan “¡este sí es un gran profesional!”

Enrique Zaldivar
Enrique Zaldivar
2050 Comunicaciones
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