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viernes, abril 19, 2024

SIN VENDAS: El fuego en mi sangre

Temprano, en la acera enfrente de mi trabajo, sentado en un taburete de plástico, que hace mucho vio mejores tiempos y que por misterios divinos se mantiene en pie, como buen catracho de a pie, pedí entre palmoteo y olor de café, dos baleaditas antes de empezar la faena. Fue allí donde se sentó enfrente de mí, Fulgencio, mi compañero, más conocido como Chencho, harto sabido que el hombre, por necesidad política de lucha, por quitarse la pobreza y las injusticias que la acompañan como las moscas a “aquello” o simplemente por una preocupación genuina hacia el pueblo, ha sido siempre un luchador nato por sus creencias, siendo la voz y el puño de los de abajo, como dice él y se le nota de largo, siempre cargando ese morral, su gorra calada, que se quita únicamente en la planta y con su siempre presente estrellita roja como adorno, si usted lo viera, se imaginaria inmediatamente como se ven en las películas a cualquiera de esos obreros europeos del siglo pasado, luchando por sus derechos o como los posters rusos que se ven también en las pelis cuando estos tenían otra ideología muy diferente a la que tienen ahora. La cosa es que el hombre gritaba a todos los vientos de que ideas era su alma.

Provecho compa, me dijo por saludo, mientras se sentaba con dos baleadas con queso y una taza del perfumado, buenos días camarada, le contesté yo en son de mofa. Me vio serio la verdad, tan serio que me paralizó la mordida con la que atacaba mi baleada, nambe compa me dijo, no juegue con eso, mire que ahorita ando como traicionado, como vendido, y me hierve la sangre de puro coraje. ¿Y eso?, le pregunté yo algo indeciso por escuchar el chambre o comerme la dichosa baleada que estaba buena y ya tenía que entrar a la chamba. Mire compa, me dijo más serio que dependiente de oficina pública, cuando se ganó, mi corazón se alegró, ya ni sé cuántas lagrimas eché de felicidad, se sentía bonito compa, se miraba un cambio para mi tierra y mi gente, por primera vez el pueblo habló y se le hizo caso, los que se fueron no pudieron amañar, y la transa y la sinvergüenzada, se fueron a la porra igual que ellos, con la cola entre las patas, parecía que se haría justicia y que el pueblo empezaba a abrir los ojos.

Hasta me imaginé un gobierno popular, como prometieron, donde se buscara la igualdad, donde se nos tratara como personas, pero mire compa, me dijo señalando su desayuno, cada día esto más caro, todo ha subido,  fíjese en el transporte, ahora hago a pata la ida o la venida, porque está muy caro el pasaje, ya no se puede comprar nada porque no ajusta, y la seguridad tal vez en la casa de uno, encerrados como reos , porque los pícaros andan afuera como reyes viendo a quién topan y salud, pues sigue tocando curarse con tés y emplastos y lo peor es que ahora es a veces si hay porque hasta eso está caro porque las benditas medicinas ni se conocen en los hospitales, peor en la casa. Ellos, los que corrimos todos con la sonrisa grande en la cara a poner en la silla, por nosotros no se ve que hayan trabajado, por ellos creo que sí, andan en carros de lujo, viajadera y lujos y más lujos, no importa quién mande, si faldas o sombreros, lo que prometieron no lo han cumplido, solo fíjese que allí andan embullados qué abogado escogen, se les nota que quieren arreglar sus tamales presentes, pasados o futuros, pero por el pueblo no es eso es de plano. Hasta pena ajena dan, la verdad, ni se ponen de acuerdo, se les ha presentado gente correcta pero solo las ven y nada, siguen buscando y buscando es el colmo, digo yo.

Mire compa es cierto que yo siempre había soñado con un paraíso igualitario lejos del imperio del norte, que para mí siempre nos ha tenido agarrados del cogote para que no prosperemos, como esos falsos amigos que le pelan los dientes a uno pero por atrás solo lo de ellos buscan, pero ahorita estos con sus promesas es paja, ellos andan corre y corre, del tingo al tango, en viajaderas por todos lados, haciendo vida social, pues, y nada por nosotros, por los que los pusimos, por los que importamos, solo fíjese que cada día más relajos en las oficinas públicas, gente que no da el ancho, puestos por decisiones alejadas del bienestar suyo o mío, cada día más casos de parientes o queridas o queridos, puestos de dedo, mientras los que saben lo que han estudiado para esto o aquello, con un gran rechinar de tripas en su casa, porque no consiguen chamba para nada. Nambe, si hasta una percoladora de miles compraron, dizque para que diplomáticos tomen cafecito, ¿se imagina compa? ¿Como si no se puede hacer café rico hasta en una olla? ¿Será que nos creen así de babosos? Nambe, la verdad ellos me han decepcionado, del país de igualdad y leyes que esperábamos, pues como terminamos igual que con los que salieron, solo el color de la banderita cambio, por eso me hierve la sangre, nos dieron atolito compa y lo peor es que se quieren seguir quedando en la silla, igualitos a los que se fueron que casi a empujones los sacamos. Por eso ando así compa, no sé si con colera o decepción, porque nos pajearon todos. Con la tristeza en el alma, al ver que la pobreza sigue más gorda más obesa, hartándose de nuestro sufrimiento, cuando debería de haberse ido ya días de estas tierras ¿vaa?

Bueno pensé yo, tiene razón el compa, él ha vivido el rollo de la igualdad, de las luchas sindicales, hablando difícil, como dice él, y tal vez sea verdad y genuino interés por sus paisanos, pero ahorita sí que lo atoliaron, le dieron del espesito y con el dedito me dije, mientras me levantaba para ir a marcar, la verdad, pensé, la cosa se ha puesto peor, el pisto no rinde y se siente como que algo no termina de arrancar, como que algo no está bien y la verdad, si me pongo a ponerle mollera, también a mí me hierve la sangre, porque la vaina está peor.

Jesús Pavón

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