Guardar respeto, aprecio, testimonio de aprobación, adecuada justificación, deferencia, estimación y algunas otras manifestaciones de legítima evaluación o valoración, son los pilares que prologan una simpatía o aprobación de actividad positiva en la búsqueda de nuevas rutas de sustancial mejoramiento, que, a su vez, concluyen en obras de ejemplar e inalterable introducción, dentro de un veloz pensamiento de modificación hacia la felicidad de los pueblos.
La palabra fácil y la inquietante vivacidad política no son un obstáculo que intercale muestras de incertidumbre o vacilación, sino que por el contrario, ayudan a moldear un sentido de conquista o éxito y proporcionan mayor confianza y credibilidad al enfrentar determinados y complicados problemas que surgen en el devenir de los tiempos y las imprevisibles épocas que tratan de ver una equivocación sin ocasión, o bien, un asidero que paraliza el desarrollo seguro y paulatino de las naciones que forman el corriente universo que habrá que revolverse o desafiar.
La sincera devoción y afecto con los estados o naciones, permite alcanzar o lograr alentadores signos de comercio exterior; y, por consiguiente, la obtención de un trato razonable, justo y equitativo como utilidad o producto de la forma de accionar en el convulsionado mundo actual.
Resulta interesante señalar que “el Estado hondureño reconoce, garantiza, y fomenta las libertades de consumo, ahorro, inversión, ocupación, iniciativa, comercio, industria, contratación de empresas o entidades mercantiles y cualesquiera otras que de igual manera provengan de los principios o sagrados preceptos que informan, o sean parte inquebrantable de nuestra la Constitución de la República y demás leyes en vigor”. De tal manera que, sin lugar a equivocaciones, las libertades enunciadas tienen que ser respetadas por los gobernantes, comerciantes y empresarios, tratando de favorecer a las personas o entidades que tengan la intención de invertir y se dediquen legalmente a todo tipo de servicios al público. Hay que hacer la salvedad que se prohíben los monopolios y los oligopolios. En otras palabras, no se puede ni debe favorecer a determinados individuos y conferir o preferir privilegios especiales que son una vergüenza nacional.
Tenemos el deber patriótico de mantener un crecimiento apropiado a nuestra condición dependiente, hay que elevar la escala de inferioridad con verdadera superación que haga posible o demuestre la ampliación de los mercados internacionales con porciones superiores que permitan el empleo y oportunidad de un mayor número de personas o ciudadanos hondureños, tomando en consideración los consagrados intereses de la patria.
Reflexionamos sin ataduras, la necesidad de revisión de los tratados o convenios internacionales, y tener relación con todos los países del mundo, fomentando la colaboración recíproca, mutua o solidaria. Las buenas y cordiales relaciones generando nuevos mercados y el desarrollo y acrecentamiento en la venta de nuestros productos, debe realizarse siempre respetando nuestra soberanía nacional.
Las derroteros o rumbos de una sincera amistad con los pueblos y gobiernos, permiten un mejoramiento y prosperidad internacional.