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jueves, abril 25, 2024

Puras tortillas con chile

Por admiración, sabemos que los hermanos mexicanos están tan orgullosos de su país que es una cuestión digna de imitar. Cierta vez, podemos recordar a la artista –nacida en San José, Costa Rica- Chavela Vargas, la cual se “autoadoptó” como ciudadana mexicana cuando ella, siendo inmigrante también, alguna vez le respondió a un periodista que la increpaba por decir ella que era mexicana, cuando realmente había nacido en Costa Rica: «Nosotros los mexicanos nacemos donde nos da la chingada gana», le respondió y ahora es una frase clásica. Así era ella, franca y directa y se hermoseaba con el orgullo de ser una hija verdadera de este pueblo tan solidario y noble.

Pocas veces se toca el tema de México, como si este país que es tan influyente en nuestro país, en especial con su cultura, costumbres, tradiciones e incluso con sus comidas y algunas expresiones. O también como le cantaba José Alfredo Jiménez cuando entonaba “México lindo y querido”. México no solo es eso, es la ruta por la cual miles y miles de migrantes deben caminar y recorrer para llegar al destino que es Estados Unidos en busca de mejores derroteros. Su rica historia nos da también enormes lecciones y en este momento, con su actual presidente Andrés López, han comenzado a sonar las alarmas de lo que, en el momento después de las elecciones que él ganó, se temía. Se ha determinado que quiere convertir el tema electoral, más específicamente convertir el Instituto Nacional Electoral (INE) mexicano en una cuestión laxa y débil para quién sabe qué propósitos y que a su vez, también la Conferencia Episcopal de México lo ha denunciado, pero ya ese guion está más que trillado en Latinoamérica, donde los ciudadanos, al ver que están envueltos en una crisis (que hasta se puede sospechar que es creada desde ciertos estamentos del mismo Estado) están desentendidos de esa puñalada trapera a su institucionalidad.

Esto también debe ser visto con reflexión y ver cómo en nuestro país no hemos tenido un tan solo día de paz después de los sucesos del 2009, debido a la crisis política derivada y el sostenido enfrentamiento y polarización de nuestra sociedad lo cual ha debilitado también nuestra institucionalidad, como si se tratase de un plan satánico. El hondureño de tierra adentro, el que debe doblar el espinazo muy a pesar del sol que le calcina y así poder cultivar sus alimentos, de la señora madre de familia que debe enviar a sus hijos a la escuela, a veces con el estómago vacío, porque la posibilidad de darles algo de comer, esa tortilla, les fue arrebatada por la corrupción, esos hondureños no entienden de bromas. Hacemos esta alusión debido a que, si en México parece que quieren ya comenzar con ese estilo de gobernar, al debilitar al mismo Estado, podríamos advertir que la sociedad hondureña deberá ver más de cerca lo que sucede en uno de los países más hermosos del planeta como lo es México.

Así comienzan, progresivamente, de ahí el adjetivo “progresistas” y no porque quieran que los pueblos sean prósperos, sino porque poco a poco, muy lentamente van logrando los propósitos de sus agendas mientras nos distraemos con cosas banales y pleitos de comadres entre la clase que está gobernando. Ojalá que México (lindo y querido) salga adelante de esa encrucijada, y resuelva tantos problemas como nosotros también los tenemos, vale la pena porque por ahí pasan los héroes migrantes que mantienen todavía vivo a nuestro país y deben salir huyendo por, precisamente, una institucionalidad débil.

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