El próximo domingo tendremos un nuevo proceso de elecciones primarias e internas, un momento que marcará el rumbo del país en los próximos años. No es un trámite menor ni un simple ejercicio de formalidad partidaria: es la primera gran decisión en la construcción del futuro nacional, una oportunidad para elegir con responsabilidad a quienes representarán nuestros intereses y aspiraciones.
Cada voto depositado en las urnas es una pieza clave en el diseño del liderazgo que guiará el destino del país en lo político, económico y social. Aunque el debate suele centrarse en los comicios generales, las elecciones primarias son decisivas porque en ellas se define quiénes tendrán la posibilidad de gobernar nuestro país en momentos marcados por complejas dinámicas geopolíticas, desafíos económicos globales y amenazas a la seguridad interna y transnacional.
La estabilidad del país y su capacidad para enfrentar estos retos con pragmatismo dependerá de las decisiones que tomemos ahora. Elegir con responsabilidad no es solo una cuestión partidaria, sino un compromiso con el futuro de toda la sociedad. Las primarias ofrecen una oportunidad para fortalecer la democracia desde su base.
No basta con participar en la elección final; es necesario involucrarse desde ahora, evitar que sean solo las estructuras partidarias las que decidan en nombre de la ciudadanía y ejercer el derecho al voto con la conciencia de que cada boleta depositada tiene consecuencias a largo plazo.
Un proceso electoral legítimo y competitivo no es posible sin la participación de la sociedad, y esta comienza en las internas de cada instituto político. En demasiadas ocasiones, el voto ha sido condicionado por la emoción del momento, el clientelismo o la lealtad partidaria. Sin embargo, en esta ocasión lo está en juego no son simples lealtades políticas.
Estamos ante la obligación cívica ineludible de elegir a líderes con integridad, visión y preparación. Será indispensable evaluar con mucho detenimiento el historial de cada aspirante, sus propuestas y su capacidad para enfrentar los desafíos que Honduras requiere solucionar con urgencia.
La responsabilidad de votar con criterio y rigurosidad no es un simple ideal democrático; es una necesidad urgente en un país que enfrenta desafíos económicos, sociales y de gobernanza.
Se trata de definir qué tipo de liderazgo queremos para Honduras y de enviar un mensaje sobre los valores, principios y capacidades que la ciudadanía considera esenciales en la gestión pública, misma que históricamente ha manifestado enormes deficiencias. Lastimosamente en estas elecciones internas aún compiten quienes, en el pasado, eliminaron la MACCIH y ahora impiden la llegada de la CICIH, quienes abusaron de los recursos del Estado en beneficio propio y quienes han cometido actos deleznables contra el interés nacional, la mayoría de ellos incluidos en las planillas de diputados.
Lo más lamentable es que algunos, debido a la mecánica electoral y la falta de reformas, lograrán superar este primer filtro, lo que refleja el fracaso en la depuración política y de la ausencia de mecanismos efectivos que impidan que quienes han traicionado el interés nacional continúen ocupando cargos de poder.
Estas elecciones también definirán el tipo de nación que queremos construir. Un país con verdadera libertad económica, donde el emprendimiento y la iniciativa privada encuentren oportunidades de crecimiento, sin las enormes barreras burocráticas que hoy militan la inversión nacional y con un clima de negocios congruente con las exigencias de los mercados globales.
Una sociedad con seguridad personal y jurídica, donde el Estado garantice derechos en lugar de ser un obstáculo. Debemos identificar qué candidatos nos pueden conducir hacia una economía dinámica e integrada al mundo, capaz de competir y prosperar en un entorno internacional cada vez más exigente.
Esto depende de elegir líderes con visión, capacidad y compromiso genuino con el desarrollo nacional; líderes que busquen construir nuevas alianzas y consolidar las ya existentes con nuestros socios comerciales, evitando a los que prefieren confrontarlos por prejuicios personales o ideológicos. En esta elección tenemos la oportunidad de incidir en la historia.
El llamado es a votar con la cabeza fría y con la convicción de que cada elección es una oportunidad para construir un país mejor. No se trata solo de un derecho; es un deber con la democracia, con las futuras generaciones y con la aspiración de una Honduras que tenga líderes capaces y comprometidos. El destino de una nación no se define en un solo día, pero cada voto es un paso hacia el futuro que elegimos construir. Que el nuestro sea un voto consciente, responsable y esperanzador.