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Honduras
lunes, mayo 20, 2024

Por la calle de la amargura

Ni siquiera el Estado puede con lo que tiene, ahora ha decidido de manera sospechosa (igual que la dictadura nicaragüense) cerrar la oenegé que se dedica a manera de fundación a administrar el Hospital Leonardo Martínez. No se entiende a menos que se le vaya a inyectar un presupuesto altísimo y las mejoras sean sustanciales para el hospital emblemático de San Pedro Sula donde ha nacido un altísimo porcentaje de la población de esta ciudad. Estas decisiones han tenido un impacto significativo en la calidad de la atención médica, la accesibilidad a los servicios de salud y, en última instancia, en el bienestar de la población hondureña.

La escasez de hospitales y centros de salud, la falta de equipos médicos modernos y la carencia de personal médico y de enfermería capacitado son apenas la punta de la madeja. Estas deficiencias han llevado a una atención de salud deficiente y a una mayor carga en los hospitales existentes, lo que ha resultado en largos tiempos de espera y una mayor presión sobre el personal médico.

El sistema de salud de Honduras se basa en gran medida en el financiamiento público, pero los fondos asignados no siempre han sido suficientes para satisfacer las necesidades de la población. Esto ha llevado a una falta de suministros médicos, medicamentos y personal capacitado. Además, la corrupción en el sistema de salud ha desviado fondos que deberían haberse destinado a la atención médica de calidad.

La falta de una política de recursos humanos efectiva también ha sido una fuente de problemas en la administración del sistema de salud en Honduras. La falta de incentivos para atraer y retener a profesionales de la salud ha resultado en una escasez crónica de médicos, enfermeras y otro personal médico. Los profesionales de la salud se ven abrumados por la carga de trabajo y, a menudo, se ven obligados a trabajar en condiciones precarias. Esto tiene un impacto directo en la calidad de la atención médica que reciben los pacientes.

Las áreas rurales y remotas a menudo carecen de centros de salud adecuados, lo que obliga a los residentes a viajar largas distancias para recibir atención médica básica. Esto no solo es costoso para las familias, sino que también dificulta el acceso oportuno a la atención médica, lo que puede tener consecuencias graves en casos de emergencia.

Los fondos destinados a la atención médica a menudo se desvían a manos de funcionarios corruptos, lo que limita aún más la disponibilidad de recursos para la atención médica de calidad. La falta de transparencia en la gestión de los recursos de salud ha erosionado la confianza en el sistema y ha llevado a la percepción de que la atención médica de calidad está fuera del alcance de la mayoría de los hondureños. No hay por dónde pasar, pero las alarmas se han encendido, con algo se empieza con el tema de la cancelación de oenegés que hacen su trabajo con eficacia y normalidad, las pruebas están a la vista de todo, cuesta entender eso, mientras el pueblo que siga caminando en las calles de la amargura, total al Gobierno, aparentemente, es lo que menos le importa e interesa.

EditorialPor la calle de la amargura

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