Más allá del mal gusto de los sombrerazos que se dan entre los parlamentarios, debemos ver con gran expectativa, preocupación y vigilancia estricta acerca de las condiciones en que vendrá la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH). Este es un tema que seguramente mete miedo sobre todo a los pícaros y no deja de sembrar esperanza en el pueblo. La vinculación de la gestión de la CICIH debe ser irrestricta y deberá tener plenos poderes para escarbar hasta debajo de las alfombras y llegar a las raíces históricas de la corrupción y someter a juicio a sus demonios. La impunidad es un nombre que tiene muchas implicaciones y todavía se lee ambiguo y se puede prestar para limitar su radio de acción en el contexto de las últimas décadas de vergüenza, en especial para las familias de los delincuentes que se han quedado con los recursos del pueblo.
Los crímenes (porque eso es lo que son) que se han cometido en nuestro país son tan pérfidos, de alta gama, que podría hasta llegar a los tribunales o cortes internacionales de justicia ya que todo se ha organizado de tal manera como en un solo pantano, o como dice la gente de tierra adentro “es una sola patastera, si uno levanta aquí, se mueve todo por allá”. Las personas que queden asignadas a esta comisión deberán tomar sus recaudos y no tener miedo, el pueblo estará apoyando para poder ver los resultados que sean expeditos, apegados a la justicia, al Derecho, a la ley. El pueblo hondureño no es vengativo, pero sí exige justicia ya que se ha hecho tanto daño que su desarrollo no termina de despegar y, en aras de la verdad, hasta el momento debemos reconocer que el actual Gobierno izquierdista no ha tenido mayor problema con el tema de la corrupción, pero sí con las cuestiones como el perdón a ciertas personas que se les dio el estatus de actos ligados “al golpe de Estado”, por lo tanto, los han politizado y eso les deviene en amnistía. ¡Eso es mentira!, nada más falso que eso, es una lealtad falsa y eso la CICIH deberá tomarlo muy seriamente en cuenta. Eso y muchas cosas más, tanto así que se deberá considerar que los miembros de esa comisión tengan una estadía de larga data, quizá un par de décadas dada tanta pudrición, además de encontrar los mecanismos para que esos recursos sean devueltos al pueblo para lo obvio y que la cultura de las manos limpias sea la premisa de cada funcionario o empleado público y que la vergüenza y escarnio ante actos de corrupción o de pedir adelantos en ciertas oficinas para agilizar trámites sean objeto de persecución más que todo en el plano moral.
Por eso no podemos menos que felicitar a la presidente, nos alegra y nos motiva a seguir adelante, pero no permita, señora, que sus oídos sean permeados por condicionamientos en la lucha contra la corrupción, ya que este es el momento de todo o nada, sin concesiones. Por eso se dice muy bien que el que nada debe nada teme.