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lunes, mayo 6, 2024

Negocios lucrativos fuera y dentro de las rejas

La matanza ocurrida en una cárcel femenina de Honduras demuestra el grado de polución en el que ha caído el sistema penitenciario, cuya limpieza requiere de una buena inversión en recursos tecnológicos, y el valor para desbaratar esa red de corrupción que se ha adueñado de los centros reclusorios. Tras la matanza, todos los “especialistas” en materia de seguridad se han dedicado a señalar a los culpables, cuando la solución es bien sencilla: o lo controlas casi todo, o no controlas nada.

“Casi todo” significa que a pesar de los rígidos sistemas de seguridad, como se ve en las cárceles de los Estados Unidos, siempre habrá un tráfico de favores donde participan los guardias, el propio alcaide, la policía, y una corporación que opera tras bambalinas. Se trata de un mercado negro que deja pingües ganancias para los traficantes, a través de la oferta de bienes y servicios destinados únicamente para aquellos que poseen medios de adquisición. Es decir, el miserable en una cárcel catracha, se jode.

Hacerse de la vista gorda, no escuchar nada, o no decir ni “pio” es un complejo sistema de corrupción reticular que imita los enredados procesos de las instituciones estatales: esa es su escuela. “Si queréis rapidez y facilidad en la entrega, pues a pagar se ha dicho”, y para eso hay que consultar el plan de arbitrios de cada cárcel, cuyos precios están descritos, pero en el aire.

La matanza ocurrida en una cárcel femenina de Honduras demuestra el grado de polución en el que ha caído el sistema penitenciario, cuya limpieza requiere de una buena inversión en recursos tecnológicos, y el valor para desbaratar esa red de corrupción que se ha adueñado de los centros reclusorios. Tras la matanza, todos los “especialistas” en materia de seguridad se han dedicado a señalar a los culpables, cuando la solución es bien sencilla: o lo controlas casi todo, o no controlas nada.

“Casi todo” significa que a pesar de los rígidos sistemas de seguridad, como se ve en las cárceles de los Estados Unidos, siempre habrá un tráfico de favores donde participan los guardias, el propio alcaide, la policía, y una corporación que opera tras bambalinas. Se trata de un mercado negro que deja pingües ganancias para los traficantes, a través de la oferta de bienes y servicios destinados únicamente para aquellos que poseen medios de adquisición. Es decir, el miserable en una cárcel catracha, se jode.

Hacerse de la vista gorda, no escuchar nada, o no decir ni “pio” es un complejo sistema de corrupción reticular que imita los enredados procesos de las instituciones estatales: esa es su escuela. “Si queréis rapidez y facilidad en la entrega, pues a pagar se ha dicho”, y para eso hay que consultar el plan de arbitrios de cada cárcel, cuyos precios están descritos, pero en el aire.

La matanza ocurrida en una cárcel femenina de Honduras demuestra el grado de polución en el que ha caído el sistema penitenciario, cuya limpieza requiere de una buena inversión en recursos tecnológicos, y el valor para desbaratar esa red de corrupción que se ha adueñado de los centros reclusorios. Tras la matanza, todos los “especialistas” en materia de seguridad se han dedicado a señalar a los culpables, cuando la solución es bien sencilla: o lo controlas casi todo, o no controlas nada.

“Casi todo” significa que a pesar de los rígidos sistemas de seguridad, como se ve en las cárceles de los Estados Unidos, siempre habrá un tráfico de favores donde participan los guardias, el propio alcaide, la policía, y una corporación que opera tras bambalinas. Se trata de un mercado negro que deja pingües ganancias para los traficantes, a través de la oferta de bienes y servicios destinados únicamente para aquellos que poseen medios de adquisición. Es decir, el miserable en una cárcel catracha, se jode.

Hacerse de la vista gorda, no escuchar nada, o no decir ni “pio” es un complejo sistema de corrupción reticular que imita los enredados procesos de las instituciones estatales: esa es su escuela. “Si queréis rapidez y facilidad en la entrega, pues a pagar se ha dicho”, y para eso hay que consultar el plan de arbitrios de cada cárcel, cuyos precios están descritos, pero en el aire.

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