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Honduras
viernes, mayo 3, 2024

Mínimo aumento

Los sectores laborales y patronales lograron suscribir un acuerdo para incrementar el salario mínimo en Honduras para los años 2024 y 2025. La noticia es recibida con cierto grado de alivio por los trabajadores pues entienden que este compensa la pérdida de valor adquisitivo sufrida producto de la inflación, partiendo del hecho que los incrementos son apenas superiores a las tasas de inflación publicadas por fuentes oficiales, sin perjuicio que estas no siempre son congruentes con la realidad que los consumidores viven a diario cuando visitan mercados, supermercados o comercios en general.

 

A corto plazo, los incrementos producen algunos beneficios como mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, lo que impacta positivamente en la calidad de vida de los empleados y también puede estimular el consumo interno, impulsando así la economía que bajo cualquier método de medición enfrenta una situación deprimente. Un mayor salario mínimo tiende a reducir las brechas económicas y promover una distribución más equitativa de los ingresos. Esto puede tener efectos positivos en la cohesión social y la estabilidad económica a largo plazo.

Adicionalmente, a medida que los trabajadores disponen de mayores ingresos, se espera que el consumo interno experimente un impulso. Esto puede favorecer a sectores como el comercio minorista y servicios, inclusive podría tener un efecto menor en el sector turismo. Un salario mínimo más elevado puede incentivar la productividad y mejorar la percepción del trabajo, lo que potencialmente podría atraer y retener talento en el mercado laboral. Asimismo, es muy positivo que el acuerdo es por dos años (aunque tres hubiesen sido ideales), pues con eso los patronos podrán programar mejor sus presupuestos al tener certidumbre sobre los montos a pagar en concepto de beneficios sociales.

Sin embargo, sin el ánimo de ser pesimistas, también es relevante comprender cuáles son los efectos negativos de estos incrementos salariales en momentos en que muchas empresas apenas están sobreviviendo después de los demoledores efectos de la pandemia y de una terca recesión económica mundial que aún se niega a desaparecer, parcial, esté impulsada por los conflictos bélicos en diferentes partes del mundo. Simultáneamente se debe analizar cómo la escala salarial hondureña se compara con las de la región centroamericana, es decir, con nuestra competencia inmediata por atraer inversiones en la economía global.

Inicialmente, es precisamente en el primer aspecto anteriormente mencionado (aumento de capacidad adquisitiva) donde los aumentos al salario mínimo encuentran su primer gran obstáculo, pues existe la posibilidad, casi la certeza, que los incrementos en los costos laborales se traduzcan en un aumento generalizado de precios, contribuyendo a la presión inflacionaria. Este fenómeno tiene el potencial de contrarrestar, casi inmediatamente, los beneficios iniciales del aumento salarial. Esto es una consecuencia previsible pues el aumento en el salario mínimo genera mayor presión financiera en las empresas, especialmente en sectores con márgenes de utilidad ajustados, lo que también podría traducirse en desafíos como la disminución de la contratación y posiblemente, el cierre de pequeñas empresas.

Adicionalmente, es oportuno contrastar el salario mínimo hondureño con el de otros países de la región centroamericana, pues, al hacerlo queda de manifiesto una disparidad considerable. Honduras ha acumulado aumentos significativos que ya lo colocan por encima de sus vecinos cuyos rangos salariales inferiores. Esta divergencia plantea preguntas cruciales sobre la competitividad regional y la equidad en los estándares laborales. Esta situación también podría generar una migración de empresas hacia países con costos de mano de obra más bajos, particularmente en industrias como la manufactura, afectando la posición competitiva de Honduras que ya enfrenta una situación calamitosa en cuanto a empleos formales.

El aumento reciente al salario mínimo en Honduras refleja un esfuerzo por mejorar las condiciones laborales y elevar el nivel de vida de los trabajadores, y les concede a los patronos certidumbre en cuanto a las escalas por un periodo de dos años. Sin embargo, este proceso no está exento de desafíos y consecuencias económicas. La comparación con otros países de la región destaca la complejidad de equilibrar la equidad salarial con la competitividad económica. En este escenario, la planificación cuidadosa y la evaluación continua serán fundamentales para garantizar un desarrollo sostenible y equitativo en el panorama económico hondureño.

Por: Rodolfo Dumas Castillo

Correo: [email protected]

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