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sábado, mayo 18, 2024

MATALASCALLANDO: Carta del feo al cirujano plástico

“¡Eres tan feo que podrías estar en un museo de arte contemporáneo!” R. Lee Ermey. Sargento de Artillería Hartman.

Ing. Carlos Mata
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No es que uno sea el dechado de la perfección en cuanto a facciones o biotipo, pero al menos no se causa estupor, asombro, lágrimas o hasta desprecio como el aludido en el presente. La cosa iba más o menos así:

Estimado doctor. Le saluda Fredesvindo Capullo, pero si mi nombre no le suena, acuérdese de mí como “El Feo”, seguro que con eso se ubica. La resignación me acompaña desde muy pequeño y resulta que ahora, pues ya eso de “El Feo” no lo considero mote, sino parte de mi identidad, ya que cuando llamo a mi casa se oye al fondo un grito y una carcajada como una hiena diciendo: “¡Aquí llama El Feo!” Hasta en la farmacia ya me conocen y cuando llamo para preguntar por alguna crema para las arrugas –de la cara por supuesto- y al ser un buen cliente, pues, simplemente les digo que habla “El Feo” y rápidamente me atienden.

Así es la cosa, estimado hijo de Hipócrates, en casa hasta las toallas las esconden para mojarlas y pegarme en la espalda, lo que considero ya una falta de respeto cuando me sueltan esos trallazos desde detrás de las puertas y me agarran desprevenido, solo escucho “¡ahí te va, por feo!” Ya no sé qué hacer honestamente y me dirijo a usted para, quizá, hallarle una solución al conflicto este que tengo en el alma y en la cara. Mire que antes de la pandemia, ya la gente se retiraba hasta más de dos metros, al menos eso me ha salvado hasta el día de hoy con ese mentado bicho asesino, pero no deja de sentirse mal uno porque esa lejanía es cruel, soy un ser humano, nomás que feo.

Sanador amigo, tal vez me ayuda también con ese asunto psicológico ya que el perfil físico es fácil de leer, tengo menos piernas que aquel que le decían “Venado”, los ojos más saltones que los de Beau Geste (el de las locas aventuras) o, si prefiere, más grandes que los de Edith Piaf.

He decidido escribirle porque lo he visto en sus programas en la tele y aparece en redes sociales rodeados de nenas potables y eso hace que se me rueden las lágrimas de no poder lograr ni siquiera una pedrada de Nichita, la suertuda que me gusta aquí en el barrio, pero me huye porque me han contado que ella dice que parezco cadejo.

Al menos a veces esto tiene sus ventajas ya que soy el único al que contratan para disfrazarse de mascota del equipo de todos y arrear a la afición, pero la última vez, en el Morazán, se saltaron las mallas y agarraron a pedradas a los otros y me cayó una lágrima encima y me sacó tres chichotes, la paga fue buena pero el riesgo es alto, esos son muy chusmas.

Por último, solo le escribo, admirado galeno, para decirle que necesito su ayuda, ya que fui descubierto por un cazatalentos de Hollywood y resulta que me ocupan para el papel de alien en una invasión espacial y eso a mí me acompleja por mucha plata que me paguen, prefiero seguir siendo simplemente “El Feo”, pero jamás posaré como Dios me trajo al mundo delante de una cámara de cine, ¡eso jamás!

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