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jueves, abril 18, 2024

Los cinco reyes

Otto Martín Wolf
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Farouk, antiguo rey de Egipto al ser destronado en 1952 pronunció esta lapidaria frase: “Algún día solo quedarán cinco reyes en el mundo, los cuatro de la baraja y el rey de Inglaterra”.

Tuvo mucha razón, cada día son menos monarquías y las restantes van perdiendo poder e importancia.

¿Por qué, entonces, parece que la británica permanecerá por siempre?

¿Necesita el Reino Unido un rey?

Desde el punto de vista político aparentemente no. Su democracia, dentro de una monarquía, jamás ha estado en riesgo desde que asumieron el sistema parlamentario.

El rey es el Jefe de Estado, sin embargo, sus poderes son realmente simbólicos y ceremoniales, al igual que el de España y otras naciones europeas.

¿Por qué, entonces, los británicos se empeñan en sostener y mantener económicamente la monarquía, algo que resulta costosísimo?

Hay varias razones; la primera es que están acostumbrados al reinado, no solo de la recién fallecida Isabel II, pero ancestralmente, toda su historia está llena de dinastías, reyes y nobleza.

Los ingleses son flemáticos, ese carácter, casi único en el mundo, también se refleja en su aceptación, gusto y amor por la monarquía.

De vez en cuando algunos protestan y piden su fin, pero la mayoría aprueba.

Desde el punto de vista económico -y de mi ignorancia- creo que la monarquía es más que rentable, los ingresos que produce -directa e indirectamente- superan en mucho los gastos que genera.

¿Los millones de turistas que llegan anualmente Londres -como un ejemplo- dedicarían tiempo a visitar el frente del palacio de Buckingham, tomarse fotos y comprar recuerdos? No lo creo.

Hoteles, restaurantes, autos de alquiler, guías y operadores de tours, lugares como la enorme estructura tipo “Rueda de Chicago”, llamada Ojo de Londres, museos como el de la Segunda Guerra Mundial (si va por ahí no se lo pierda) y muchos atractivos más, no relacionados con la monarquía, se benefician con el enorme turismo que esta atrae.

Para una comparación, de los también millones que visitan París todos los años, ¿cuántos van a conocer el palacio de Versalles, antigua sede de la extinta monarquía francesa?

No muchos. Para la mayoría son simplemente bellas edificaciones, pero carecen del atractivo de un rey o una reina, príncipes y princesas.

Algo más, Versalles está abierto al público, se puede entrar y recorrer sus salones, inclusive las habitaciones reales, mientras que de Buckingham solo se alcanza ver la fachada; ahí no entramos los plebeyos.

Pero son muchos más quienes se acercan a sus altas rejas para tomarse una foto (que inmediatamente mandan a quienes desean provocar envidia), comprar un recuerdo y comer algo en un restaurante en las cercanías.

Platos, loza, cuadros, colecciones de cucharitas, tapetes, alfombras, todo lo que se pueda imaginar está a la venta, produciendo enormes ingresos tanto a fabricantes como detallistas y, lógicamente, al Estado, por los impuestos que genera.

El único caso comparable es con el Vaticano, visitado por millones de fieles anualmente, generador de enormes ingresos para Italia.

Pero, ¿cuánta de la enorme cantidad de gente que viaja a ese país iría al Vaticano si la Iglesia no tuviera un papa o si este trasladara su residencia a Francia u otro lugar, incluyendo Comayagüela?

Otro lugar parecido es Mónaco, bello lugar que durante mucho tiempo -aparte de su encanto- recibió el beneficio del atractivo de la familia real, el príncipe Rainiero y su esposa, la famosa exactriz Grace Kelly y aún de sus hijos, que por un momento tuvieron luz propia con matrimonios y una buena dosis de escándalos, pero todo eso quedó en el pasado.

El actual monarca no genera el atractivo de sus antecesores, jamás comparable al eterno de la Corona Británica.

Hay que comprender que la mayoría de los reyes que aún existen en el mundo no son lo que eran antes, cuando podían disponer de vida y propiedades de los súbditos.

Pocos tienen realmente poder, aunque la mayoría son sumamente ricos, producto de todo lo que sus antepasados lograron acaparar en tiempos de oro.

Sultanes y emperadores en algunos casos se sostienen por la fuerza de las armas y son prácticamente desconocidos más allá de sus fronteras.

¿Cómo se llama el rey de Tailandia? ¿Quién es el soberano de Arabia Saudita? Muy pocos lo saben, excepto los “Google expertos” como yo.

El Reino Unido es una democracia, la monarquía es una tradición y, al igual que pensaba ese rey egipcio, creo que durará por siempre.

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