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domingo, mayo 19, 2024

Latinoamérica no aprende

La cuestión abstracta de qué pena sería razonablemente justa que un presidente cumpliera prisión por dar un golpe de Estado, esa es una cuestión moral; hay que partir al abordar esta cuestión de que todo golpista, alguien que da un golpe de Estado es un criminal, alguien que da un golpe de Estado es alguien que está dispuesto a que haya muchas muertes, a lo mejor el golpe de Estado se resuelve de modo pacífico. A lo mejor hay cuatro muertes de cuatro policías, defensores de una cámara o lo que sea, puede haber centenares de muertes, nunca se puede descartar que, ante una zona dominada por un golpista, otras regiones estén en contra y digan que mantienen el orden constitucional.

Todo golpe de Estado implica la posibilidad de centenares de muertes, o de miles, pero nadie puede descartar la posibilidad de que las cosas se compliquen hasta llegar a la guerra civil con todo lo que de destrucción, muerte y sufrimiento conlleva eso; por eso la gravedad moral de un golpe de Estado es la máxima, no hay delito más grande que ese, incluso otros delitos contra la humanidad, como el genocidio, lo normal es que estén conectados con una dictadura que a su vez fue posible a través de un golpe de Estado.

No es de dilucidar la cuestión de si hay golpes de Estado lícitos ya que puede existir una intentona o un golpe contra un tirano, pero eso ya es otra cosa, aquí del golpe de Estado contra un sistema lícito, un sistema que protege las libertades, pero tampoco se puede dar un golpe de Estado contra un sistema razonable, lícito, aceptado por los ciudadanos, que no es opresivo, un golpe de Estado contra una democracia perfecta, pero tampoco lo hubiera sido en el siglo XVIII contra una monarquía que es benigna, que es bondadosa, que está aceptada por todos sus ciudadanos.

El golpe de Estado tiene una calificación moral tan grave porque es la ruptura del orden, pero no de cualquier orden, es la ruptura máxima del orden máximo de una nación que es el sistema constitucional. No es cualquier transgresión, no es que vaya circulando por el lado izquierdo en vez de por el lado derecho. Centenares de muertos, miles de muertos es la posibilidad de un golpe de Estado, pero también la supresión de la libertad de millones de seres humanos; todo golpe de Estado contra un sistema democrático es una sustracción, un robo de la libertad. ¿Cuál debe ser la sanción por sustraer la libertad a millones de seres humanos?, todos podríamos saber lo que dice el código de cada país. Se puede saber cuánto está penado robar mil lempiras o robar un millón de lempiras, uno sabe que eso tiene una pena, pero, y ¿el robo de la libertad?, eso es más difícil de cuantificar, pero fijémonos para tratar de ver cuál sería la pena razonable dado que hay posibilidad de muerte de personas. Por eso es muy delicado el hecho de ser gobernante y caer en esas tentaciones que ya se hunden en el terreno moral por todas sus implicaciones. Cuidemos nuestra democracia, que es lo que menos daño hace, una dictadura jamás. Esto seguirá ocurriendo mientras haya cabezas calientes llenos de dinero en sus bolsas frías. Latinoamérica no aprende.

 

EditorialLatinoamérica no aprende

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