El 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez fueron asesinados a tiros en su mansión de Beverly Hills. Poco después, sus hijos Lyle y Erik se convirtieron en los principales sospechosos, pero lo que más sorprendió fue la actitud de los hermanos tras el crimen.
Lejos de mostrar duelo, los jóvenes comenzaron a gastar exorbitantes sumas de dinero. Lyle compró un Porsche Carrera por $64,000 y Erik un Jeep Wrangler.
Ambos adquirieron relojes Rolex por $15,000 solo días después del asesinato.
Además, Lyle hizo un depósito de $300,000 para abrir un restaurante y pagó $50,000 por un entrenador de tenis, en lo que se convirtió en un gasto total de $700,000.
La fiscalía argumentó que estas compras demostraban que el móvil de los asesinatos era la ambición y el deseo de vivir una vida de lujos.
Según la fiscal Pamela Bozanich, los hermanos mataron a sus padres para financiar un estilo de vida lleno de excesos, por lo que los describió como premeditados y calculadores.
Sin embargo, los hermanos Menéndez ofrecieron una versión distinta.
Según Erik, el despilfarro no fue por codicia, sino un intento desesperado de lidiar con la culpa y el trauma tras el crimen.
Documental de Netflix
En un documental reciente de Netflix, Lyle describió esos meses como un periodo de angustia y confusión.
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A su vez, aseguró que las compras sirvieron como una distracción para ocultar su sufrimiento.
El caso de los Menéndez continúa siendo objeto de debate, con opiniones divididas entre quienes creen que actuaron por ambición y quienes ven en los asesinatos una consecuencia de años de abusos por parte de su padre.
Con nuevos testimonios y el reciente lanzamiento de un documental y un podcast, el caso sigue reavivando el interés y las dudas sobre la verdadera motivación detrás de los crímenes.
Los internautas creen que esta generación le dará a los hermanos Menéndez la justicia que la suya no les dio.
