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lunes, mayo 20, 2024

LA MITOMANÍA DE ESTE GOBIERNO

Xiomara dice que ha mejorado el país, Mel dice que en 100 años de bipartidismo no se había hecho tanto como en este año y medio del gobierno que preside su esposa (pero que él es el que dirige), Erick Tejada dice que hubo un sabotaje y juró que nunca habría racionamientos, el del SAR señala aquí y allá de empresarios delincuentes, Julissa Villanueva resuelve casos antes que los mismos de la ATIC y la DPI hayan empezado las pesquisas preliminares, Rixi Moncada grita que no hay dinero, Juan Manuel Matheu asegura que los hospitales están abastecidos de medicina en un 70%, la Vaca Intelectual jura que lo de las amenazas contra Gabriela Castellanos y su huida del país es un invento de la Embajada Americana, en fin, las mentiras descaradas son la marca de la casa en este gobierno.

Ahora bien, ¿por qué, siendo adultos, muchos de ellos profesionales, en una edad en la que se esperaría fueran personas de bien y formales, educadas, de buenos principios, se comportan como si fueran vándalos, mentirosos compulsivos, que mienten de forma tan descarada, abundante, constante y sin filtro?

Es que hasta para ser mentiroso hay que tener gracia y estilo.

Las mentiras las dicen a diario, sin tapujos y casi en todos los rubros del quehacer gubernamental de la nación. Tienen una enfermedad psicológica que los compelen a decir mentiras de forma incontrolable y permanente. Algo así como el síndrome de Touré.

A todo ese cóctel de mentiras hay que sumarle el discursito base, que es la piedra angular de toda su administración: los 12 años de narcodictadura, los intereses oscuros, la oligarquía.

También hay que agregar su incapacidad para el diálogo constructivo, para aportar ideas en un debate, junto con sus soluciones, sino todo lo contrario, su táctica es, primero, sentirse ofendidos para, inmediatamente, soltar una perorata de insultos, deslegitimaciones y teorías “conspiracionistas”.

Libre tiene sus voceros que son cajas de resonancia de todo lo que dice su máximo líder espiritual: el Perro Amarillo, Ricardo Salgado (que no parece secretario de Estado, sino ministro de propaganda y desinformación, El Grillo, que tiene una capacidad para distorsionar la realidad que si fuera mago sería más famoso que David Copperfield), y su canal de televisión, que ese sí es mega tarifado, tanto así que hasta consiguieron chamba en el gobierno.

Bueno, este condicionamiento psicológico del cual casi todos padecen no es de extrañarse. La mentira es un instrumento importante en la actividad política de la izquierda y de los gobiernos demagogos. Mienten y mienten hasta que la gente se lo cree.

Todo este mundo de fábulas ocurrentes en las que los malos son otros y ellos son los buenos o sino, al menos, las víctimas, ya era de esperarse.

Su mitomanía epiléptica incontrolable la observamos en tiempos de las revueltas posteriores al golpe de Estado: hablaban de 2,000 muertos (aunque Nasralla les gana pues afirma que fueron decenas de miles de muertos), cuando en el Pacto aceptaron que habían sido 28 los fallecimientos, un pacto que ellos mismos firmaron. Y para los relajos posteriores a la reelección del expresidente Juan Orlando Hernández, hablaban igual de miles de muertos, cuando los comprobados fueron 43.

Es una lástima que después de tantos años esperando volver un poco a la normalidad que destartaló el primer gobierno de José Manuel Zelaya Rosales y, luego (por culpa de él) el golpe de Estado, tengamos que estar tragándonos, día a día, aparte de las masacres, los apagones, el alto costo de la vida, etc., este patético show de artistas de la mentira.

¿Qué estamos pagando los hondureños? En verdad qué, que nos digan para que expiemos esos pecados que nos tienen, gobierno tras gobierno, sufriendo lo indecible.

Ya para terminar, un consejo les voy a dar a los personeros del partido Libre y de la administración Castro – Zelaya: ¡Hechos y no palabras! La verdad se basa en obras palpables, en realidades, no en discursos huecos y ni mucho menos en inventos. Distorsionar la realidad, inventarse conspiraciones o sabotajes, asegurar que se está mejor, ¡pamplinas!, nada de eso hace que el país, en verdad, esté mejor. Necesitamos realidades concretas, no burdas mentiras.

Ya basta de lamentos, de victimizarse, de echarle la culpa a otros. Si no pueden, renuncien, pero no sigan mintiendo ni hundiendo más al país.

 

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